Si algo no podemos negar en esta vida es el paso del tiempo y su efecto en nuestro cuerpo. Así es la vida, por mucho que nos duela a algunos. Es algo que pasa desde el primer día en el que ponemos un pie en el mundo: conforme pasan los días y cumplimos años, nuestro cuerpo cambia y desde luego, los cuidados que nos aplicamos para cada necesidad del mismo serán diferente en función de esos cambios que experimentamos.
Donde se evidencia muy claramente el paso de los años es en el órgano más extenso de nuestro cuerpo: la piel. Y más en concreto, en la piel del rostro. En sus capas más profundas suceden cambios con el paso del tiempo que se reflejan en la parte que nosotros podemos ver, en el exterior.
¿Hay un tratamiento adecuado para cada edad? Aquí, podemos tener en cuenta, que hay dos tipos de edad: la cronológica, que es la real, la que viene determinada por nuestra fecha de nacimiento, y la aparente, que es la que perciben los demás: la determinan la genética, el estilo de vida y los factores externos a los que nos vemos sometidos a lo largo del tiempo. Pero sí que hay una serie de características que podemos generalizar en los cuidados para cada etapa de la vida en el rostro, pero teniendo en cuenta todos estos factores intrínsecos y extrínsecos que nos afectan individualmente y de distinta manera.
Para mí, la recomendación básica para toda la vida, tengamos la edad y la piel que tengamos, es mantener el equilibrio de hidratación y nutrición, ser constante en los cuidados de manera diaria y protegerla de la radiación solar siempre, llueva o haga sol. El 80% del envejecimiento de la piel es provocado por el astro rey, con lo cual, tenemos que combatirlo desde el principio.
Las necesidades de la piel del niño no son las mismas que las de una persona adulta, cosa que es más que evidente: sus necesidades de hidratación y protección son distintas. La piel del rostro infantil es fina, suave, delicada, indefensa... Por eso debemos esmerarnos en cuidarla de manera exhaustiva, constante y diaria. Y una de las razones por las que debemos hacerlo (a parte del hecho en sí) es por el ejemplo que debemos darles. El cuidado de la piel debe estar presente de manera diaria desde que los niños son pequeños, para que cojan el hábito (cuando ya van siendo conscientes), lo vean normal y necesario y, por supuesto y lo más importante, hay que hacerles partícipes de ello.
Teniendo en cuenta que hablamos de una piel normal (dejaremos a parte problemas muy frecuentes en esta etapa como la dermatitis atópica) lo más importante en esta edad es aportarles higiene e hidratación:
- En estas edades la higiene debe realizarse con productos adaptados a ellos, suaves y escasamente perfumados.
- La hidratación es el segundo paso y no menos importante: es la protección que necesitan para hacer de esa piel tan fina una barrera de protección frente a infecciones. Una piel bien hidratada aporta elasticidad y afianza esa barrera ante las agresiones externas.
- La protección solar: debería ser una asignatura obligatoria diaria como hemos comentado al principio.
La piel adolescente
En esta época de la vida tan llena de tantos cambios físicos como personales, el cuidado facial se hace imprescindible.
Esta piel es tersa y muy luminosa. Las células de este órgano se renuevan constantemente y el ritmo de esta renovación en estas edades es alto y se va ralentizando con el paso de los años. Además la síntesis de proteínas de sostén de la dermis funciona correctamente y hace que esta piel sea muy firme.
¿Qué cuidados se hacen imprescindibles para este tipo de piel?
- En esta época, aumenta la secreción de grasa, con lo cual, la higiene se hace imprescindible, para tener la piel siempre libre de suciedad para que los poros no se obstruyan y den lugar a los temidos granitos. El acné es muy frecuente en este tipo de piel. Los productos para realizar esta higiene que debe realizarse mañana y noche (por la mañana hay que retirar las secreciones nocturnas de grasa, sudor,… y por la noche para retirar los restos de cremas, maquillaje, sudor, polución,…) deben tener texturas muy ligeras y con aclarado mejor, como geles o espumas limpiadoras. Son productos muy cómodos para utilizar de manera rápida y sencilla.
- Un siguiente paso es la tonificación: los tónicos ponen término a la higiene y cierran poros.
- El tercero es la hidratación: cremas con texturas muy ligeras, oil-free y no comedogénicas. Se pueden aplicar mañana y noche. Las hay con propiedades matificantes, que son ideales para las pieles más grasas.
- La exfoliación es también un gesto que podemos introducir en su rutina, para realizarla una vez por semana: los exfoliantes limpian en profundidad la piel y nos ayudan a eliminar las células muertas que surgen del proceso de renovación celular tan activo en esta época de la vida. En función de la sensibilidad de la piel se utilizarán unos u otros.
- La protección solar también se hace muy presente e imprescindible: las texturas de los fotoprotectores deben ser muy ligeras, como las de las cremas hidratantes, libres de aceite y no comedogénicos. Además, en el caso del acné, haremos que las marcas de los granitos no se vean acrecentadas.
La piel joven
A partir de los 20 años, la secreción de grasa en la piel empieza a disminuir (siempre hablando de manera generalizada) y se torna a una piel más mixta, con unas zonas del rostro más grasas que otras. A partir de los 25, ya podemos introducir otros cosméticos para empezar a prevenir las primeras arruguitas de expresión:
La higiene, el paso fundamental como hasta ahora hemos indicado en todas las edades: aguas micelares, espumas limpiadoras o emulsiones limpiadoras sin aclarado pueden ser adecuados.
Los tónicos también se deben utilizar para culminar la limpieza: podemos utilizar en este paso los tónicos al uso y también lociones preparadoras, que hemos adoptado de la cultura cosmética coreana. Las hay diferentes, algunas enriquecidas con vitamina C, por ejemplo, potente antioxidante que nos va ayudar también a combatir el daño oxidativo producido por los famosos y temidos radicales libres causantes entre otros del envejecimiento.
Las cremas para aplicar mañana y noche para aportar hidratación y un cuidado ya más enfocado a prevenir el envejecimiento, cambian ya en esta época. Podemos introducir en la rutina diaria matinal una crema con textura tipo emulsión (puede ser más o menos ligera en función de la necesidad) hidratante y enriquecida con vitaminas, o con activos como el ácido hialurónico. Este es un principio activo muy utilizado en cosmética, de hecho se encuentra de manera natural en nuestro organismo. Tiene la propiedad de atraer y retener el agua para que los tejidos se mantengan en óptimas condiciones. La piel se ve más hidratada y tiene un efecto de relleno. Por la noche podemos introducir una crema que sea más reparadora y para empezar a combatir las primeras líneas de expresión. Estas líneas ya se empiezan a hacer visibles a partir de los 30 años aproximadamente.
Los contornos de ojos también son productos que podemos empezar a incluir en las rutinas de cuidados a partir de los 25-30 años. Para mí es un producto imprescindible y del que podemos ver sus efectos beneficiosos en muy poco tiempo: previene arrugas en esa zona (fruto de la expresión), drena y disminuye ojeras. De textura ligera y con una mínima cantidad necesaria, de aplicación que hacen de estos productos que sean muy prácticos y duraderos.
Los sérums también son novedad en estas edades: los elegidos en estos casos, los que son hidratantes, pero también podemos elegir otros enriquecidos con vitaminas. Los podemos utilizar mañana y/o noche.
La exfoliación semanal también puede ser un gran aliado no sólo en la limpieza de la piel si no porque alisa la piel y le aporta más luz. Así las arruguitas también se verán más atenuadas. Y en este paso ya podríamos utilizar los llamados peelings químicos: el ácido glicólico es muy utilizado en este tipo de productos, entre otros y para personas con sus primeras arrugas es ideal. Os aconsejo que lo utilicéis una vez por semana y por la noche mejor. Al día siguiente siempre utilizar protector solar y evitar la exposición directa al sol, para evitar que la piel se irrite.
La protección solar, importante también porque ya hemos visto que la radiación solar es la responsable de gran parte del envejecimiento. Hay cremas solares que no solo protegen sino que contienen activos como el hialurónico y otros activos que previenen el envejecimiento prematuro.
Las mascarillas también podemos utilizarlas como apoyo en la rutina semanal. Os recomiendo aplicarla después de la exfoliación, así penetrará mejor. Hay de muchos tipos: hidratantes, matificantes, nutritivas… en función de tu necesidad.
La piel a partir de los 40
A partir de esos años, sobre todo a partir de los 45 hasta ya los 55-60 años, el envejecimiento se acelera. Las arrugas son más visibles en el rostro, sobre todo en el contorno de los ojos, en la frente, alrededor de la boca… Además el óvalo facial se empieza a desfigurar, porque la piel pierde firmeza. La piel se hace más fina, no tiene tanta luz y la sequedad se acentúa. La secreción de lípidos (grasa) también disminuye.
A partir de estas edades, los cuidados hay que extremarlos al máximo:
La higiene se debe realizar con leches o emulsiones limpiadoras sin aclarado a poder ser.
Los tónicos y/o lociones preparadoras también son muy importantes.
Las cremas para aplicar mañana y noche pueden aportarnos hidratación, nutrición, poder antienvejecimiento y antiflacidez. Aquí tenemos que tener en cuenta que el cuidado facial también hay que extenderlo al cuello y al escote.
Los contornos de ojos, son fundamentales. Los hay de cuidado global (anti bolsa, arruga y ojera) que son los indicados en este caso.
Los sérums antiarrugas, nutritivos y tensores, para utilizar mañana y noche son básicos.
Exfoliantes y peelings químicos, deben ser utilizados semanalmente o cada diez días, dependiendo de la sensibilidad (la piel se va haciendo más reactiva) y condiciones de la piel.
La protección solar, como en todos los casos anteriores con activos antienvejecimiento a ser posible. Además la aparición de manchas se hace muy presente en estas edades y hay que prevenirlas y tratarlas.
Las mascarillas también podemos utilizarlas, de manera más habitual en función de la necesidad de nutrición e hidratación de cada caso.
La piel a partir de los 60
Desde esta edad yo creo que los cuidados se siguen realizando de la misma manera que hemos ido hablando desde los 40-50 años, aunque quizás las necesidades de nutrir y combatir la flacidez se acentúan más. En todos los cosméticos que van a utilizarse en estas edades, se huye de las texturas ligeras. Al contrario, las texturas más ricas y los aceites también, son muy adecuados en estos casos.
Si hacemos del cuidado de la piel una rutina desde que somos pequeños, siempre estará presente en nuestra vida y formará parte del cuidado de nuestra salud. Porque la salud y la belleza van de la mano.
Escrito por María Gironés