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La piel del bebé y alteraciones cutáneas más frecuentes

En el momento del nacimiento, el bebé presenta inmadurez en muchos de sus órganos y los meses posteriores serán claves para su desarrollo. Uno de estos órganos es la piel, y su cuidado diario es muy importante ya que influirá en su maduración, y por tanto en su salud cutánea durante el resto de su vida. Estudios recientes demuestran que una correcta hidratación y emoliencia durante las primeras semanas de vida marcará el estado de la barrera cutánea, y por tanto puede frenar el desarrollo de determinadas patologías como puede ser la dermatitis atópica. Por esta razón el farmacéutico comunitario tiene una gran labor en cuanto a educación sanitaria se refiere, transmitiendo a padres y cuidadores la importancia del cuidado e higiene de la piel durante esta etapa de la vida.

Artículo escrito por Blanca Llácer, vocal de Dermofarmacia y formulación magistral del COF de Alicante. Profesora del Máster de Dermofarmacia y Cosmética, publicado en Farmaventas 170.

 

Características diferenciales de la piel del bebé

La piel del bebé tiene unas diferencias fundamentales respecto a la piel del adulto. Es cinco veces más fina, su grado de queratinización es mucho menor y la barrera cutánea no se encuentra desarrollada, por lo que podemos afirmar que la piel del bebé no ejerce una función protectora eficaz, por lo que es mucho más vulnerable. La unión dermoepidérmica es más débil y por tanto hay una mayor pérdida de agua transepidérmica hacia el exterior. La superficie de la piel en relación a su peso corporal es tres veces mayor que en los adultos y por tanto el riesgo de permeabilidad a agentes externos, tóxicos y alérgenos aumenta en gran medida.

Durante las primeras semanas, la producción de sebo es similar a la del adulto debido al trasvase hormonal madre-hijo. A partir del tercer mes de vida, la piel tenderá a secarse por disminución de la producción de sebo hasta el momento de la pubertad, en el cual las hormonas sexuales empiezan a manifestarse a nivel cutáneo.

En cuanto a las glándulas sudoríparas se considera que hasta los 2 años los bebés no tienen un correcto control ni sobre la temperatura de su cuerpo ni sobre la sudoración como mecanismo termorregulador.

A su vez la melanogénesis como mecanismo de defensa natural frente a la radiación todavía no está desarrollado, y los sistemas enzimáticos y mecanismos reparadores tampoco lo están, por lo que cualquier daño celular será difícilmente recuperable, y además se transmitirá de célula en célula a través de la división celular durante el crecimiento.

Su sistema inmunitario no está maduro, carece de microbiota cutánea y de manto ácido protector, por lo que son frecuentes sobreinfecciones de origen vírico, fúngico y bacteriano.

Características específicas
de los productos destinados
al cuidado del bebé

El consejo farmacéutico es esencial en la recomendación de productos destinados a estos “pequeños pacientes” y debe asegurar en ellos unas características especiales, como es un bajo poder deslipidizante, baja detergencia, alta capacidad protectora y ausencia de capacidad alergénica o irritante, evitando el uso de perfumes y aceites esenciales.

La higiene se debe realizar con formulaciones exentas de jabón natural, como los denominados “syndets”, que contienen bases lavantes suaves y el pH adecuado, ligeramente ácido, que favorece el desarrollo de la microbiota y el manto ácido protector. Se aconsejan formulaciones con un elevado porcentaje de aceites vegetales que protegen frente a la perdida de humedad y mejoran la hidratación desde el momento de la limpieza. Suelen contener activos hidratantes, calmantes y antiinflamatorios, como pueden ser extracto de caléndula, aloe vera, pantenol o extracto de avena.

La hidratación y emoliencia es fundamental, se debe realizar a diario y con la piel ligeramente humedecida. Así, aportaremos el agua perdida a través de una función barrera débil y reforzaremos, gracias a los lípidos y ceramidas de este tipo de formulaciones, el cemento intercorneocitario, disminuyendo la pérdida de agua transepidérmica y mejorando la hidratación cutánea. Se recomiendan fórmulas con aceites vegetales, manteca de karité, glicerina, extracto de regaliz, hamamelis o prebióticos que favorezcan el desarrollo de la microbiota.

La fotoprotección solar es fundamental y, aunque la primera medida es la fotoevitación, aconsejamos el uso de fotoprotectores formulados con un 100% de filtros físicos o minerales, como el dióxido de titanio y el óxido de zinc, que disminuyen la probabilidad de sufrir reacciones alérgicas ya que actúan reflejando la radiación desde la superficie de la piel sin necesidad de absorberse. Muy importante el cuidado posterior con fórmulas que contengan activos hidratantes que repongan el agua perdida, como el factor de hidratación natural, reparadores de las posibles alteraciones celulares como la fotoliasa, y antiinflamatorios, calmantes y regeneradores como los aceites ozonizados.

Es deber del farmacéutico formarse en este sentido, para poder dar el mejor y más completo consejo farmacéutico a los padres, asegurando una buena salud cutánea del bebé, previniendo de esta forma alteraciones dermatológicas que podrían mermar su calidad de vida y la de su entorno familiar.

Alteraciones más frecuentes en piel y mucosas de bebés

Dermatitis del pañal. Puede ser la afección dermatológica más común en bebes y en ella confluyen muchos factores. La piel extremadamente fina del bebé en esa zona, unida a la humedad y el aumento de temperatura debidos a la oclusión del pañal, y el contacto   continuado con el pH irritante de la orina y deposiciones, son la mezcla perfecta que da lugar a dermatitis del pañal inflamatorias, fúngicas y bacterianas. Cursa con eritema, inflamación y erosión, caracterizándose por áreas de una marcada discontinuidad de la barrera cutánea, que pueden presentar complicaciones por infecciones fúngicas o bacterianas. Se recomienda en estos casos el lavado con agua y jabón, y evitar en la medida de lo posible el uso de toallitas limpiadoras que contienen soluciones que pueden resultar irritantes por su contenido en detergentes, perfumes y conservantes. Secaremos a ligeros toques, por contacto y nunca arrastrando. Los aceites ozonizados son de especial interés en estos casos por su efecto higienizante ya que actúan frenando el sobrecrecimiento de hongos y bacterias, evitando de este modo complicaciones; a ello se suma su efecto antiinflamatorio, calmante, cicatrizante y reparador lo cual hace que sean activos de elección en estos casos. Aplicaremos de forma frecuente una crema barrera formulada con elevado porcentaje de óxido de zinc, astringente, antiinflamatorio y antiséptico, y que contenga otros activos como manteca de karité, pantenol o alfa bisabolol entre otros.

Costra láctea. Afecta a la zona del cuero cabelludo del bebé aunque algunas veces puede extenderse al rostro. Es considerada por algunos profesionales como una dermatitis seborreica infantil, aunque hay otros que las consideran afecciones diferentes. Aunque no se conoce la causa exacta se apunta a una producción de sebo excesiva por parte de las glándulas sebáceas unida a un sobrecrecimiento del hongo Malassezia furfur. Se trata de una erupción que se caracteriza por manchas rojas de borde definido cubiertas por una descamación amarilla de aspecto grasiento. Las escamas no producen dolor ni picor y, aunque pueden ser difíciles de quitar, la costra láctea es benigna y suele desaparecer por sí sola. No es contagiosa ni peligrosa y tampoco tiene origen alérgico ni la provoca la falta de higiene. Si por cuestiones estéticas se quiere eliminar se aconseja la aplicación de aceites vegetales sobre las escamas; dejarlos actuar durante 30 minutos y posteriormente cepillar la zona con un cepillo suave sin apretar para favorecer el desprendimiento. Posteriormente lavaremos con un champú formulado con bases lavantes suaves y que contenga activos hidratantes y regenerantes como el pantenol, y con efecto antiinflamatorio como el extracto de regaliz.

Erupción dental: Aunque algunos niños en el momento del nacimiento ya cuentan con alguna pieza dental, en la mayoría de los casos los dientes empiezan a salir a los 4-6 meses. Durante este periodo se produce muchas veces un aumento de la salivación y una ligera inflamación que cursa con enrojecimiento y engrosamiento de las encías y que puede causar dolor y molestias en el bebé. Para aliviar el dolor hay soluciones, pero muy controvertidas. Por una parte, los mordedores parecen aliviar a ciertos bebés, y sobre todo aquellos que contienen liquido dentro y se pueden enfriar, aunque fuentes como la AEP (Asociación Española de Pediatría) apuntan a que no es un remedio útil. Los geles de aplicación tópica en las encías muchas veces también resultan de dudosa eficacia ya que suelen ser geles azucarados que calman momentáneamente al bebé por el elevado contenido en azúcar. Está totalmente contraindicado el uso de geles con benzocaína y otro tipo de anestésicos, ya que pueden dar lugar a metahemoglobinemia, así como la aplicación tópica sobre la encía de paracetamol o ibuprofeno. Existen casos de éxito en bebes en los que se han aplicado geles gingivales formulados con aceites esenciales quimiotipados que resultan totalmente seguros ya que al estar quimiotipados se conoce perfectamente su composición bioquímica evitando cualquier toxicidad. Los formulados con AE de manzanilla romana, katafray y clavo son de máximo interés puesto que desinflaman las encías, calman el dolor y relajan al bebé.

Dermatitis peribucal: La falta de control de la salivación en el bebé hace que la saliva salga de la boca constantemente. La erupción dental, la regurgitación láctea o el uso de chupetes también favorecen este tipo de dermatitis alrededor de la boca. Cursa con irritación, enrojecimiento e inflamación de la zona, y en muchos de los casos se complican por sobreinfecciones por hongos en las comisuras, dando lugar episodios de queilitis angular. Se buscan formulaciones que regeneren la piel agredida, la reparen, aíslen la zona de la humedad. Encontramos entre otros activos aceites ozonizados, que por su efecto antifúngico resultan de especial interés, centella asiática, glicerina, manteca de karité, alantoína, alfa-bisabolol, vitamina E entre otros. Se debe mantener la zona limpia y seca en la medida de lo posible.

Patologías cutáneas prevalentes en la edad pediátrica, y que merecen mención a parte por su complejidad, son la dermatitis atópica, los moluscos, el impétigo o la enfermedad pie-mano-boca entre otras muchas. Desde la farmacia comunitaria debemos poner en marcha protocolos de actuación dermofarmacéutica en cada consulta y derivar al especialista a estos pacientes pediátricos en caso necesario.

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