La diarrea es un problema que puede afectar en gran medida a quienes la padecen, sobre todo en materia de deshidratación. Los niños y los ancianos son los dos grupos que presentan más riesgo a las complicaciones que presenta su diagnóstico, en especial si el sistema inmune está debilitado.
Artículo publicado en Farmaventas 169.
¿Qué es la diarrea?
La diarrea refiere a las deposiciones más frecuentes con heces blandas y líquidas. Es un problema bastante común que tiene una duración breve. Cuando los síntomas persisten, puede ser signo de que tras ella se esconde un problema mucho más grave. Pero, antes, veamos qué tipos hay según su mecanismo fisiopatológico:
Exudativa: hay una lesión en la mucosa, y eso altera a la absorción de nutrientes. Es frecuente encontrar en las heces elementos como sangre o pus.
Osmótica: este tipo de diarrea disminuye con el ayuno y se caracteriza por la presencia de solutos no absorbibles. Se pierde más agua que sodio.
Secretora: en este caso, la pérdida de sodio y agua es igual. La mucosa normal absorbe más o menos.
Además de la diarrea en sí, puede haber otros síntomas que la acompañan, como son:
- Necesidad urgente de evacuar.
- Hinchazón.
- Dolor abdominal.
- Fiebre.
- Deposiciones acuosas.
- Náuseas.
- Mucosidad en las heces.
La diarrea aguda se caracteriza por una evolución corta y autolimitada. Normalmente aparece de forma brusca y al cabo de los días desaparece. Los agentes que provocan estas molestias pueden ser:
Virus: el más importante es el rotavirus, que provoca que la lactosa y otros disacáricos se absorban menos. Es muy fácil transmitirlo a otras personas, ya que se necesitan muy pocas partículas para infectarse. Dura de 5 a 7 días y puede presentar fiebre y vómitos. Es frecuente en personas mayores y niños.
Bacterias: pueden hacer aumentar las deposiciones a causa de un aumento del AMP cíclico, una invasión bacteriana en la que el microorganismo atraviesa la superficie mucosa o la salmonella, presente en el huevo.
Parásitos: que acostumbran a hallarse en el agua contaminada o algunos alimentos.
Medicamentos: ya que algunos de ellos alteran la flora bacteriana. Los que la provocan de forma más común son los antibióticos, peristálticos, diuréticos además de los laxantes.
Enfermedades intestinales o problemas en el colon como la enfermedad de Crohn y el síndrome del intestino irritable.
Tratamiento de las diarreas agudas
Para abordar este tipo de afección, algunos de los recursos a los que se puede asistir son la rehidratación oral o la dieta astrigente o antidiarreica.
Lo primero que debe hacerse tras el diagnóstico es la rehidratación oral. El farmacéutico puede recomendar en este caso soluciones de rehidratación oral, dado que la absorción activa del sodio se halla intacta. Para estimular este hecho, la formulación de estos productos puede servirse de nutrientes como la glicina, la glucosa o la galactosa.
La dieta antidiarreica se compone por un ayuno total de 6 o 24 horas, seguido de la ingesta de alimentos como agua de arroz, zanahoria o sopa de cereales. A continuación, debe añadirse pollo, arroz hervido, manzana, jamón dulce…
Alimentos que evitar:
- Fibra vegetal.
- Grasas.
- Leche.
- Guisos, embutidos, fritos.
- Café y zumos de naranja azucarados.
Prevención y consejo
Para prevenir la incomodidad de este problema, es vital recomendar medidas higiénicas básicas. Por lo tanto, ayudaremos al paciente a evitar la diarrea proveniente de virus y bacterias si le aconsejamos:
Que se lave las manos con frecuencia antes y después de cocinar y tras ir al baño.
Enjabonarse las manos más de 20 segundos.
Emplear desinfectante cuando no sea posible lavarlas.
En caso de viajar a ciertos lugares extranjeros con presencia de agua contaminada, beber solo agua embotellada, evitar comer verduras y frutas crudas sin lavar o pelar además de vigilar que la comida esté suficientemente cocinada.
Fármacos para la diarrea
¿Qué medicamentos se pueden utilizar para tratarla?
Los coloides hidrófilos hacen crecer la consistencia de las heces gracias al agua. Son útiles para tratar la diarrea leve.
En este caso, se opta por productos que normalicen el contenido hídrico de los excrementos. Los movimientos intestinales se ralentizan y el cuerpo absorbe más agua y electrolitos. Se utilizan opiáceos como la codeína, la morfina o la loperamida.
Otro tipo de medicación empleada es el carbón adsorbente y la gelatina como astringentes intestinales y protectores. Absorben las partículas de gas y las sustancias debidas a las fermentaciones que causan gases y distensión abdominal.
Los espasmolíticos reducen la capacidad motora de contraerse de la fibra muscular lisa.
Fermentos lácticos.
