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El confinamiento como medida preventiva frente a la rápida propagación del virus SARS-CoV-2 en España ha alterado las rutinas de los hogares. Al cabo de un año desde el inicio de la pandemia, el bienestar emocional de los españoles empieza a verse afectado por el cambio de costumbres y dinámicas en las relaciones sociales. El reto supone un desafío aún mayor para las familias con personas diagnosticados con Trastorno de Espectro Autista (TEA). A consecuencia del confinamiento y del cambio repentino en su rutina diaria, es común que, en el último año, las personas con TEA hayan experimentado un agravamiento de los síntomas o hayan sufrido alteraciones emocionales como tristeza, irritabilidad o ansiedad.