Los adaptógenos vegetales contribuyen a ofrecer una respuesta individualizada a cada exigencia concreta: tienen un efecto tranquilizante cuando se está sobreexcitado y un efecto tónico cuando se está decaído. Ashwagandha es una de las plantas más importantes del Ayurveda.
Artículo por Daniel Custodio, licenciado en Ciencias Biológicas. Máster en Fitoterapia Clínica, publicado en Farmaventas 168.
¿Cómo actúan los adaptógenos?
El origen del término “adaptógeno” ha sido históricamente atribuido a Nikolai Lazarev, quien definió a un adaptógeno como un agente que permite a un organismo afrontar las adversas condiciones físicas, químicas, o estresores biológicos generando mecanismos de resistencia no específicos. En realidad, es un concepto que ha sido manejado implícitamente por todos los sistemas de Medicina Tradicional y así, el uso de las plantas medicinales con capacidad adaptógena permitiría que un organismo tuviese un tipo de ayuda pre-adaptativa, siendo capaz de responder apropiadamente cuando las diversas demandas del entorno así lo exijan. La definición de adaptógeno vegetal va modificándose y actualizándose continuamente, a medida que va aumentando el conocimiento sobre la acción farmacológica y los mecanismos de acción de los distintos principios activos presentes en las plantas medicinales. Algunos de los criterios que debe cumplir un adaptógeno son:
Originar una respuesta no específica en un organismo; es decir, un aumento en el poder de resistencia contra múltiples estresores incluyendo agentes físicos, químicos, o biológicos, a través de diversos y sinérgicos mecanismos de acción.
Contribuir a mantener una acción normalizadora general, mejorando variados tipos de condiciones sin agravar ninguna, independientemente de la alteración fisiológica preferente causada por el factor estresante.
El concepto de adaptógeno fue revisado por la Agencia Europea del Medicamento en 2008, manifestando que “aunque se trata de un término no reconocido oficialmente en medicina, se puede considerar un concepto plausible, sustentado por numerosos estudios, cada vez más abundantes, que relacionan el uso de determinadas plantas y extractos obtenidos a partir de partes concretas de las mismas, con distintos mecanismos de acción, justificando los efectos observados y su utilización como adaptógenos”, no obstante, es difícil relacionar la definición de un adaptógeno con los estrictos parámetros de la farmacología actual: el concepto de “un fármaco/droga vegetal–un síntoma” o “un fármaco/droga vegetal-una enfermedad” no es aplicable a los adaptógenos. La acción de los adaptógenos vegetales ha de entenderse dentro de una acción farmacológica general, que afectaría preferentemente a la modulación del sistema neuroendocrino-inmune, lo que justificaría su uso tradicional para el tratamiento de una amplia gama de condiciones.
Adaptógenos y estrés
El estrés es un factor de riesgo para muchas enfermedades y un importante predictor de la salud en general, cuyo control es imprescindible, más en la situación socio-sanitaria actual.
Las plantas medicinales se han utilizado tradicionalmente para regular la respuesta al estrés constituyendo una interesante herramienta para obtener una respuesta global que permita una mayor eficiencia en los procesos de adaptación. El organismo siempre se va a encontrar en un estado de estrés mínimo que, ante determinadas situaciones se incrementa, pudiendo producir un efecto beneficioso o negativo, dependiendo de si la reacción es suficiente para cubrir una determinada demanda o si ésta “supera” a cada respuesta individual, respectivamente. El hecho de ser una respuesta específica hace que cada individuo perciba el estresor y elabore la respuesta de modo personalizado.
La ansiedad, los conflictos, la frustración y múltiples manifestaciones de traumas físicos y emocionales, pueden relacionarse con el estrés. De hecho, se pueden dar múltiples manifestaciones sintomáticas, dependiendo de cada situación individual. A nivel psicológico se puede manifestar: nerviosismo, irritabilidad, impaciencia, agitación, ansiedad, sentimiento de culpa, frustración, miedo a tomar decisiones, tristeza o depresión (en cuadros graves). A nivel físico: alteraciones del sueño, astenia, trastornos alimenticios, problemas digestivos, fatiga, trastornos cardiovasculares, temblores, incapacidad para relajarse, sudoración, palpitaciones, taquicardia, trastornos ginecológicos, trastornos cutáneos y alérgicos, trastornos asociados al sistema osteoarticular e inmunológico, trastornos de la libido o impotencia. A nivel intelectual: falta de concentración, olvidos, bloqueos mentales, alteraciones cognitivas. A nivel social: dificultades de relación por baja autoestima, agresividad o aislamiento. En este variado y complejo cuadro sintomático es donde la acción de los adaptógenos vegetales adquiere todo el sentido y uno de sus más estudiados representantes es la ashwagandha.
Ashwagandha
Ashwagandha: Withania somnifera (L.) Dunal, también conocida como “cereza de invierno”, “baya del sueño”, “oroval” o “ginseng indio”, entre otros nombres populares, es una solanácea que ocupa un privilegiado lugar dentro del Ayurveda. Este sistema médico tradicional ha utilizado la raíz de esta planta desde hace más de 3000 años como tónico (revitalizar el cuerpo y crear una sensación general de bienestar), para reducir la ansiedad, como afrodisíaco, galactogogo, para tratar problemas digestivos, respiratorios, parasitosis intestinales, alcoholismo, estados asociados a debilidad general, insomnio, reumatismo, pérdida de memoria y concentración… siendo de especial utilidad en el Rasayana (rejuvenecimiento).
Los principales constituyentes de la raíz de ashwagandha son los witanólidos, un grupo de lactonas esteroidales construidas sobre un esqueleto de tipo ergostano de 28 carbonos (witanósidos I-VII, witaferina A, fisagulina D, coagulina Q…) y alcaloides (somnina, somniferina, withanina, tropina, cuscohigrina, anahigrina, pseudotropina, anaferina….). Witaferina A, descubierto en 1965 es uno de los principios activos más estudiados, sobre todo en áreas como la oncológica y más recientemente como un potencial agente terapéutico contra la infección por covid-19. Los adaptógenos vegetales han sido propuestos como probables alternativas para la prevención y el tratamiento de infecciones respiratorias de origen viral: contribuirían a modular la inmunidad innata y adaptativa, modularían también el proceso inflamatorio, mejorarían la desintoxicación y reparación del daño inducido por el estrés oxidativo en las células comprometidas y tendrían efectos antivirales directos al inhibir el acoplamiento o la replicación viral, además de mejorar la calidad de vida durante la convalecencia.
Evidencia y mecanismos de acción de ashwagandha
Estos son algunos datos sobre la evidencia clínica actual del uso de la raíz de ashwagandha en diferentes contextos y su acción reguladora general, que vienen a apoyar su condición de adaptógeno vegetal.
En la revisión sistemática realizada por Sarris en 2018, se incluyeron 6 ensayos clínicos (452 pacientes), que evidenciaron la utilidad de la raíz de ashwagandha en la reducción de múltiples síntomas derivados de una inadecuada respuesta al estrés. Las dosis de extractos administradas variaron entre 125 y 1200 mg/día y la duración de los estudios entre 6-16 semanas. Otro estudio, posterior a la revisión anterior, evaluó los efectos ansiolíticos en adultos con alto nivel de estrés. Este estudio, aleatorizado, doble ciego y controlado con placebo, se realizó durante 60 días y los participantes fueron asignados al azar para tomar un placebo o 240 mg de un extracto estandarizado de ashwagandha una vez al día. En comparación con el placebo, la suplementación con ashwagandha se asoció con una reducción estadística y clínicamente significativa en los diferentes síntomas evaluados asociados al estrés y la ansiedad. También se asoció con mayores reducciones en el cortisol matutino. Los niveles de testosterona aumentaron en los hombres pero no en las mujeres. Estos resultados sugieren que los efectos de alivio del estrés por ashwagandha pueden ocurrir a través de su efecto modulador en el eje hipotalámico-hipofisiario-adrenal.
Para evaluar la eficacia y seguridad de ashwagandha en la mejora de la memoria y el funcionamiento cognitivo en adultos con deterioro cognitivo leve (DCL), se realizó un estudio aleatorizado, doble ciego y controlado con placebo en 50 adultos. Los sujetos fueron tratados con extracto de raíz de ashwagandha (300 mg dos veces al día) o placebo durante ocho semanas, después de las cuales, el grupo de tratamiento con ashwagandha demostró mejoras significativas en comparación con el grupo de placebo tanto en la memoria inmediata como en la general. Extractos acuosos de raíz de W. somnifera tienen un efecto inhibidor de la de la de la acetilcolinesterasa (AChE), de modo dependiente de la concentración, por lo que se justificaría su potencial aplicación terapéutica, beneficiosa para mejorar la memoria y otras funciones cognitivas asociadas con el sistema colinérgico. La administración de 500 mg al día durante 8 semanas de un extracto de raíz de ashwagandha en pacientes eutímicos con trastorno bipolar (DSM-IV), junto a su medicación habitual, originó una mejoría en la capacidad cognitiva.
El trastorno obsesivo compulsivo (TOC) puede tener su origen en la desregulación del sistema serotoninérgico. Pacientes con un diagnóstico confirmado de TOC (DSM-IV-TR) participaron en un ensayo clínico aleatorizado, doble ciego, controlado con placebo. El grupo de tratamiento recibió 4 cápsulas que contenían 30 mg de un extracto de raíz de W. somnifera (120 mg/día). Todos los pacientes estaban en tratamiento con inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) y se les indicó que tomaran las cápsulas del extracto, preferiblemente después de las comidas, durante un período de seis semanas. Los síntomas del TOC mejoraron y no se informaron eventos adversos.
Los trastornos de ansiedad son uno de las afecciones psiquiátricos con una mayor prevalencia en la población general. Debido a su naturaleza crónica, estos trastornos se abordan con múltiples fármacos. Uno de los grupos de fármacos más utilizados para el tratamiento de la ansiedad, la hiperexcitabilidad y el insomnio son las benzodiacepinas, acompañadas con frecuencia de efectos no deseables, sobre todo en personas mayores. Comparado con 4 países europeos y Estados Unidos, España se encuentra a la cabeza en el uso de benzodiacepinas. La interrupción de la medicación para el tratamiento de la ansiedad conduce a una recurrencia del 25% y del 80% en el primer mes y el primer año, respectivamente. A pesar de varios enfoques de tratamiento, no existe un método específico y óptimo para el manejo del paciente. Por lo tanto, es necesario encontrar algunos enfoques terapéuticos nuevos con menos efectos secundarios, W. somnifera es una planta con propiedad GABAérgica responsable de su efecto ansiolítico. Pacientes con ansiedad de moderada a severa, con más de 6 semanas de duración, que recibieron 300 mg dos veces al día de un extracto de raíz de ashwagandha, además de otras medidas complementarias, obtuvieron una mejoría sintomática, tanto en aspectos emocionales como físicos.
La suplementación con ashwagandha puede ser útil, junto con un programa de entrenamiento de resistencia, para aumentar la masa muscular y la fuerza, tal y como se pudo comprobar en un ensayo clínico aleatorizado, doble ciego y controlado con placebo de 8 semanas, en el que 57 sujetos varones jóvenes (18-50 años), recibieron 300 mg de extracto de raíz de ashwagandha dos veces al día.
Los extractos de raíz de ashwagandha se han utilizado con éxito en otros contextos: mejora de la calidad del semen en hombres infértiles, mejora de la función sexual en mujeres o normalización de los parámetros tiroideos en casos de hipotiroidismo subclínico. En la actualidad, la ashwagandha está considerada como uno de los adaptógenos vegetales más investigado y utilizado.