El Colegio Oficial de Farmacéuticos de Almería continúa su incesante recorrido de actualización constante en distintos aspectos de la salud y a las últimas sesiones celebradas en torno a la sexualidad femenina, la salud mental o la hipertensión se ha sumado esta semana otra interesante iniciativa que, en el marco del Proyecto “Red de farmacias: memorias compartidas” y con la colaboración de Bidafarma, pretende dotar al farmacéutico de los conocimientos y habilidades para identificar situaciones que pueden dar pie a una detección temprana de deterioro coginitivo y la enfermedad de Alzheimer, promoviendo las habilidades necesarias para realizar una comunicación eficaz y efectiva con los ciudadanos y que puedan transmitir la información necesaria para una correcta difusión de los recursos existentes en la actualidad.
Presentada por la presidenta del Colegio de Farmacéuticos, Gema Martínez Soler, la inauguración de la jornada contó también con la presencia de la secretaria de la Fundación Bidafarma, María Gádor Villalobos, y la vocal de la Confederación Andaluza de Alzheimer y otras demencias (Confeafa), Esther Fernández, y la sesión fue impartida por el neuropsicólogo, técnico experto de la Confederación Andaluza de Alzheimer y director de la Escuela Andaluza Enfermedades Neurodegenerativas, Roberto Suárez.
“Que los profesionales de farmacia puedan detectar las señalas de alarma principales del deterioro cognitivo es vital, el estar atentos a esos síntomas que sabemos que ocurren unos años antes de que se desarrolle esa demencia y que muchas veces gracias a esta prevención se ayuda a detectarse antes. El papel del profesional farmacéutico es fundamental porque conocen a mucha de la gente que acude a su farmacia, sus costumbres, sus maneras de proceder… Se les puede hacer ver que hay comportamientos que hacen intuir un deterioro cognitivo y evitamos que tarde muchos años en descubrirse”, apunta Roberto Suárez.
Entre ellos, la soledad no deseada, “cuando dejan de ir a la farmacia o, todo lo contrario, van mucho y cuando van no se quieren ir, el cambio de hábitos en la frecuencia, las opiniones de la familia. No se trata de que la farmacia haga un diagnóstico pero sí poner a alerta y recomendar asistir a atención primaria o a la asociación de Alzheimer más cercana para poder hacer una valoración en profundidad”.
Según Suárez, “hay definidos unos doce factores de riesgo que nos permiten hacer una modificación en positivo, de cambiar o incorporar estilos de vida, como es el caso de una alimentación saludable, el ejercicio físico, mantener relaciones sociales y sobre todo mantener buena reserva cerebral y la estimulación cognitiva, mantener el cerebro lo más activo posible”.
Así, quedó patente que la farmacia tiene un rol vital en el manejo del Alzheimer, desde la prevención y el diagnóstico temprano hasta el tratamiento y el manejo continuo de la enfermedad. Los farmacéuticos, con su conocimiento especializado en medicamentos y su accesibilidad, son una pieza clave en el equipo de atención de salud que trabaja para mejorar la calidad de vida de los pacientes con Alzheimer y sus familias.