La APLV es la alergia alimentaria más común en el primer año de vida, según la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC), y consiste en la aparición de reacciones adversas tras la ingesta de proteínas procedentes de la leche de vaca. Por su parte, la intolerancia a la lactosa (IL) es consecuencia de la incapacidad de digerir y por tanto absorber lactosa, un tipo de azúcar que se encuentra en la leche y otros productos lácteos. “En los lactantes con APLV el tratamiento más habitual es la retirada de las proteínas lácteas de la dieta o la administración de una fórmula extensamente hidrolizada. Pero si el lactante no presenta déficit de lactasa, no deberíamos retirar la lactosa de su alimentación, ya que es un buen nutriente también para las células intestinales, y favorece además la absorción de calcio y el establecimiento de una microbiota intestinal más saludable”, explica la Dra. Rosaura Leis, coordinadora de la Unidad de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica del Hospital Clínico Universitario de Santiago*.
En el caso de la APLV, la adherencia al tratamiento es fundamental. En este sentido la palatabilidad ha demostrado ser uno de los factores más importantes y la lactosa juega un papel clave pues, tal y como sostiene la doctora, “la adición de lactosa a las leches extensamente hidrolizadas mejora su palatabilidad y, por tanto, la aceptación e ingesta por parte del lactante. Se evita así el riesgo de retraso de crecimiento por aporte insuficiente. Adicionalmente, la lactosa también podría incrementar los niveles de Lactobacillus y Bifidobacterias en la microbiota intestinal, lo que favorece el desarrollo del sistema inmunitario, ayudando a la inducción de tolerancia”.
En palabras de la Dra. Leis: “La APLV y la IL son reacciones adversas a alimentos, al presentarse síntomas y/o signos clínicos después de la ingesta de proteínas lácteas o lactosa, respectivamente. En la APLV hay un mecanismo inmunológico implicado y no es dosis dependiente, mientras que la IL es el resultado de la no absorción de lactosa, por falta de hidrólisis intestinal en sus dos monosacáridos, glucosa y galactosa, debido a la deficiencia del enzima lactasa. Los síntomas presentes en la IL se deben al efecto de la lactosa no absorbida a nivel del colon y los productos resultantes de la fermentación de esta por la microbiota intestinal”.
La lactosa es la principal fuente de hidratos de carbono de la leche materna y de otros mamíferos y para ser absorbida precisa de hidrólisis mediante el enzima lactasa en sus dos monosacáridos, glucosa y galactosa. En este sentido, la doctora afirma que “la lactosa parece jugar un papel importante como moduladora de la microbiota intestinal. Cada vez son más los estudios que evidencian la relación entre la microbiota y el desarrollo de múltiples patologías, así como con la inducción de tolerancia a alimentos. Por eso, ante la presencia de APLV se debe estudiar si está asociada a IL. Pero si no es así, la incorporación de lactosa no contaminada con proteínas lácteas a las fórmulas hidrolizadas podría suponer importantes beneficios para el lactante con APLV”.
Por todo ello, los expertos inciden en señalar que no es necesario establecer una dieta sin lactosa en un niño con APLV, salvo en aquellos que se demuestre un déficit de lactasa asociado y causa de la sintomatología. “Incluso un gran porcentaje de niños con déficit de lactasa, toleran cantidades habituales de consumo. La lactosa es un buen nutriente que debemos intentar mantener en la dieta. Por tanto, no debemos hacer una dieta restrictiva sin que haya un diagnóstico previo confirmado y una adecuada indicación médica, ya que puede suponer déficit de nutrientes, fundamentales a lo largo de la vida y, muy especialmente, en esta etapa crítica para el desarrollo. Antes de restringir cualquier alimento en la dieta de su hijo, los padres deben consultar con su pediatra”, concluye la Dra Leis.
Para estos casos, Danone Specialized Nutrition ha desarrollado una formulación única extensamente hidrolizada, que incluye en su composición lactosa y simbióticos que permite disponer de fórmulas más cercana a la leche materna. Almirón Pepti Syneo es el único producto para el tratamiento de la APLV que contiene lactosa y el exclusivo simbiótico Syneo, formado por una mezcla de oligosacáridos prebióticos scGOS/lcFOS (9:1) y el probiótico Bifidobacterium breve M-16V. Esta combinación de prebióticos y probióticos trabajan de manera sinérgica imitando los efectos inmunomoduladores de la leche materna, modulando la microbiota intestinal de los bebés y asemejándola a la de los lactantes alimentados con leche materna.