Entrevista a Mònica Bulló y Raquel García, vocal de la SEEDO y Scientific Affairs manager de Danone.
¿Cuáles son las causas de la obesidad tanto a nivel biológico, genético etc. como a nivel de hábitos incorrectos?
Mònica Bulló: Las causas genéticas de obesidad existen, pero no son las que afectan a la mayor parte de personas con sobrepeso u obesidad. Así pues, hablaríamos más en términos de predisposición genética o condición biológica que va a ‘activarse’ o no en función del ambiente en el que el individuo se desarrolle. Por tanto, nuestro estilo de vida es el que determina la gran mayoría de los casos de obesidad infantil. En ese sentido, la cantidad y calidad de los alimentos, el hábito de actividad física adecuada, e incluso algunos factores ambientales afectaran en mayor o menor medida, el peso de un individuo.
¿Qué complicaciones implica esta enfermedad durante la infancia?
M. B: El sobrepeso y la obesidad en la infancia condicionan para un mayor riesgo de obesidad en edad adulta. De hecho, algunos estudios estiman que el 80% de niños con obesidad tendrán también obesidad en edad adulta. Además, el exceso de peso en niños no solo incrementa el riesgo de desarrollar enfermedades metabólicas como la diabetes tipo 2 o enfermedades cardiovasculares, sino que sitúa su aparición a una edad más temprana, con el impacto en la calidad de vida y en el sistema nacional de salud que eso conlleva. Hay que pensar también en un riesgo a veces olvidado, pero no por ello menos importante, también en población adulta, pero sobre todo en población infantil, que es el estigma del paciente obeso y como eso le condiciona en su relación con el entorno.
¿En qué se diferencia el metabolismo del niño con obesidad del que se halla en su peso?
M. B: A nivel metabólico o fisiológico hay grandes diferencias entre el niño obeso y el niño normopeso, si bien estas están también relacionadas con el exceso de peso corporal que comporte en cada caso. Existen alteraciones importantes en la comunicación célula a célula y por tanto en la trasmisión de señales entre tejidos. E tejido adiposo o grasa, tiene una actividad distinta en la producción de algunas sustancias, el metabolismo lipídico también se desregula con niveles más elevados de colesterol o triglicéridos, por ejemplo, o bien mayor producción de insulina que acaba condicionando para una resistencia a la insulina. No debemos olvidar que algunas de estas sustancias se relacionan con la posible aparición de otras patologías a veces consideradas más “lejanas” a la obesidad y cada vez más preocupantes como por ejemplo el deterioro cognitivo.
¿Con qué opciones de tratamiento cuentan los niños que lo padecen?
M. B: El tratamiento de la obesidad infantil viene determinado por la edad del niño, el grado de obesidad y si existen otras patologías asociadas. De todos modos, y sobre todo por el hecho de que es un organismo en crecimiento, la aproximación habitual y la más defendida es un cambio en el estilo de vida, es decir, un cambio en los hábitos alimentarios y también en la práctica de actividad física, siempre adecuada a la edad del niño y a ser posible integrándose en el juego para mayor adscripción, y dejándose el tratamiento farmacológico para casos muy concretos de obesidad. De todos modos, hay que pensar que, con frecuencia, un niño obeso vive en un ambiente obesogénico, por eso, si bien no es fácil, la mejor estrategia de éxito es conseguir cambiar ese entorno, y esto, sin duda, implica el entorno familiar.
¿Cuáles son los errores principales de alimentación que cometen las familias con sus hijos?
Raquel García: Entre las principales causas de la obesidad infantil destacan los malos hábitos de alimentación. A pesar de que en España nos caracteriza la dieta mediterránea hay un bajo consumo de frutas y hortalizas, una alta penetración de “comida rápida” y la falta de actividad física acompañado de un uso excesivo de pantallas. Además, cabe destacar, que la existencia de una brecha social hace que la obesidad infantil afecte a familias con un menos poder adquisitivo (el 54%), que no tienen acceso a una alimentación saludable ni a las herramientas necesarias o el conocimiento para promover estos hábitos a sus hijos e hijas a través de la alimentación.
¿Cuál considera que es la manera más efectiva para concienciar a la sociedad de este problema?
R. G: El aprendizaje de los hábitos de vida saludables se inicia desde el nacimiento y durante la edad escolar, y será fundamental en las siguientes etapas a lo largo de la vida. Por ello, la educación es clave, no solamente en el aula sino también con la familia y con la comunidad. Es urgente tomar medidas, compartir conocimiento y herramientas con colegios, familias y sociedad para promover entre todos una mayor concienciación y educación sobre buena alimentación y estilo de vida. Es necesario fomentar la educación en la escuela, en casa y en la sociedad para que estos niños y niñas puedan hacer frente a los grandes desafíos de su generación en materia de salud, alimentación local y justicia alimentaria.
¿Qué proyectos tirarán adelante gracias a la colaboración con DKV y Trilema?
R. G: Desde el movimiento Alimentando el Cambio, el cual tiene como objetivo transformar los hábitos de alimentación e hidratación de los niños españoles, buscamos favorecer el acceso al conocimiento en cuestiones de nutrición y salud desde la escuela e impactar positivamente en el estilo de vida de los más pequeños. Por ello, Danone y Fundación Trilema desarrollaron el proyecto FLUYE, una propuesta para integrar la nutrición como parte del currículum, a través del desarrollo de competencias personales en el aula, de forma que el alumno aprenda a cuidarse, a tener mejor salud y tener mayor bienestar personal. Queremos generar un impacto a largo plazo en la mejora de la salud infantil y resaltar no solo aquello que permite a una persona vivir bien y de forma sana, sino también sentirse feliz viviendo de una manera saludable. Para lograr todo este gran desafío que tenemos por delante, DKV se ha unido al movimiento Alimentando el Cambio con la firma de este acuerdo.
¿En qué consiste la revolución que plantean en este fragmento: “es necesario una revolución desde la base que permita avanzar hacia un modelo alimentario saludable, sostenible e inclusivo”?
R. G: Alimentando el Cambio es una plataforma activista que promueve proyectos en España que tienen un impacto positivo en el ámbito infantil. Reunimos voces de distintos campos para compartir aprendizajes y proyectos que logran un cambio real en materia de cooperación ante la pobreza alimentaria, acceso a una alimentación local, saludable y sostenible, y educación en salud, alimentación y buenos hábitos desde la infancia.
Esta revolución, como la llamamos, está vehiculizada en 3 marcos de actuación. El primero es educar en salud, empoderando a las nuevas generaciones fomentando buenos hábitos. En segundo lugar, a través de una alimentación local, protegiendo la sociedad rural y los recursos naturales y poniéndolos al alcance de todos. Y por último, la cooperación e inclusión, haciendo valer nuestra interdependencia e impulsando una agenda común.
Nuestro propósito es unir fuerzas entre la comunidad educativa y los nutricionistas con organizaciones, sociedad civil, administración, agricultores, ganaderos, sanitarios y líderes de opinión, para llegar con nuestra labor a millones de niños y niñas y sus familias. De esta forma aseguraremos que coman y se hidraten mejor, y que puedan tener acceso a una vida adulta saludable, un planeta sostenible y un sistema alimentario justo.