La obesidad es diferente en hombres y en mujeres, con rasgos diferenciales que se evidencian tanto en sus causas, el tipo y localización del exceso de peso, como en la prevalencia, las comorbilidades asociadas, las complicaciones y hasta en el tratamiento de elección.
Sin embargo, la influencia del sexo/género ha sido un tema escasamente tratado en el estudio de la obesidad, un déficit que se ha querido subsanar en parte con una sesión monográfica en el XVIII Congreso Nacional de la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO).
La principal divergencia se halla en la distribución del tejido adiposo. “En el varón predomina la acumulación de grasa visceral, que es un factor claro de riesgo cardiovascular; sin embargo, la mujer acumula tejido adiposo sobre todo en la zona glúteo- femoral”, afirma el Dr. Fernando Goñi, del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitario de Basurto (Bilbao), quien apunta que “en general, la obesidad del varón entraña un mayor riesgo a nivel de eventos cardiovasculares”.
Con todo, este experto recuerda que “además de los factores genéticos, raciales y las hormonas sexuales, los factores socioeconómicos, culturales y religiosos tienen un peso importante en la génesis de la obesidad y en las diferencias del tipo de obesidad entre el hombre y la mujer”.
Las hormonas ‘mandan’
A nivel global, la obesidad es más frecuente en mujeres que en hombres, aunque en los países desarrollados la prevalencia tiende a igualarse. En España, como apunta el Dr. Santiago Palacios, director de la Clínica Palacios de Salud y Medicina de la Mujer, “la obesidad es más prevalente en mujeres: un 34% de mujeres viven con obesidad y menopausia, hay un 46,1% de mujeres con sobrepeso y menopausia, y se estima que más de un 50% de mujeres mayores de 50 años tienen obesidad y/o sobrepeso”.
Básicamente, son cinco las razones principales que explicarían esta mayor presencia de sobrepeso/obesidad en la mujer que en el hombre: los factores socioeconómicos, el estrés, las alteraciones del sueño, la menor actividad física y las alteraciones hormonales y menopausia.
Y es que las hormonas sexuales, así como las características genéticas individuales, juegan un papel crucial en la obesidad. En la mujer, como detalla el ginecólogo Santiago Palacios, “los trastornos hormonales, el síndrome de ovarios poliquísticos (SOP) y la menopausia son claros factores de riesgo de obesidad”. En general, el SOP se debe fundamentalmente a la insulino-resistencia, mientras que la menopausia y las alteraciones hormonales se asocian especialmente a la bajada de estrógenos, “lo que hace que disminuya el metabolismo y que haya menor lipólisis (destrucción de grasa) y mayor lipogénesis (formación de grasa)”, señala el Dr. Palacios.
En relación con el impacto que tienen las hormonas femeninas en la obesidad, se identifican cuatro momentos en la vida de la mujer que son claves: la adolescencia, la toma de anticonceptivos, el embarazo y la menopausia. Además, se ha evidenciado una relación directa entre el sobrepeso/obesidad en la mujer con la infertilidad, con el síndrome de ovarios poliquísticos, con la incontinencia urinaria e, incluso, con el cáncer de mama.
Partiendo de esta realidad, durante esta sesión se debate también sobre un aspecto aún controvertido y poco evaluado, que afecta a las personas transgénero; y es que, según el Dr. Goñi, “es interesante tratar de descubrir de qué manera puede influir el cambio de sexo sobre la obesidad en estos colectivos”.
Una distinción necesaria para un mejor abordaje
Asumiendo que los factores biológicos asociados al sexo del individuo tienen un impacto claro sobre la salud metabólica y sus alteraciones (como en la obesidad), ahora el reto es que estos aspectos se tengan en consideración cuando se plantea un abordaje integral y personalizado de la obesidad como enfermedad, “algo que hasta ahora no se está haciendo de manera suficiente”, afirma Manuel Tena-Sempere, catedrático de Fisiología de la Universidad de Córdoba, quien califica como “muy importante reconocer estas interacciones entre factores gonadales y metabólicos, ya que puede propiciar un mejor manejo personalizado de la obesidad”.
Un problema adicional que se detecta en el abordaje diferencial de la obesidad, atendiendo al género, es que, tanto en investigación básica como clínica, el sexo femenino ha estado menos representado en estudios relacionados con la obesidad, y eso introduce sesgos que pueden ser muy determinantes. “Asumir que en hombres y mujeres existen los mismos mecanismos para el desencadenamiento de la obesidad, o que un mismo tratamiento tendrá efectos similares en ambos sexos, es incorrecto y puede reducir nuestra capacidad de manejar adecuadamente al paciente que sufre obesidad”, asegura el catedrático de la Universidad de Córdoba.
El grupo de investigación del Prof. Tena-Sempere trabaja en modelos preclínicos para tratar de identificar nuevos mecanismos que expliquen algunas de las alteraciones reproductivo-metabólicas, teniendo como principal referencia el síndrome de ovario poliquísitico (enfermedad reproductivo-metabólica muy frecuente en mujeres) y el hipogonadismo asociado a obesidad (una condición frecuente en hombres que sufren obesidades graves y cuyo mecanismo aún se desconoce en gran medida). Sobre este conocimiento, según comenta, “estamos intentando definir nuevas opciones de tratamiento, basadas en el uso de nuevos compuestos con actividad hormonal múltiple o sistemas de bloqueo de factores inhibidores del eje reproductivo”.