Cada año 25 000 españoles se contagian de mononucleosis. Sin embargo, esta cifra puede no representar el impacto epidemiológico real, puesto que muchos casos pueden no diagnosticarse o confundirse con otros procesos virales autolimitados.
La mononucleosis infecciosa, conocida popularmente como la enfermedad del beso porque se transmite principalmente por contacto directo con la saliva de una persona infectada, es un trastorno infeccioso agudo que se manifiesta sobre todo con fiebre, inflamación de los ganglios cervicales y faringitis con dolor de garganta.
El Consejo General de Colegios Farmacéuticos, aprovechando el Día Internacional del beso, que se celebra cada 13 de abril, ha querido dar visibilidad a esta enfermedad con la publicación del Punto Farmacológico 188, en el que se hace una revisión de la etiopatogenia y aspectos clínicos de la enfermedad, de su tratamiento y del papel asistencial del farmacéutico.
En el campo de la investigación farmacológica y la industria, la implicación del farmacéutico es relevante en la búsqueda de nuevas terapias y, sobre todo, en el desarrollo de nuevos candidatos a vacuna. Y en el ámbito de la farmacia comunitaria resulta especialmente interesante su labor en la promoción de la educación sanitaria y en la optimización del tratamiento.
Hay que destacar que la práctica totalidad de los casos de mononucleosis infecciosa tienen un origen viral. En concreto, hasta más del 90 % de los casos se deben al virus de Epstein-Barr (VEB) y entre el 5 y el 7 %, al citomegalovirus (CMV).
Las personas con mononucleosis por VEB (mayoritariamente de entre 15 y 24 años) manifiestan síntomas como fiebre, dolor de garganta con o sin la deglución e inflamación de los ganglios, sobre todo del cuello en su parte posterior, que suelen desaparecer tras 2 o 3 semanas o, como mucho, tras 1 o 2 meses. Ahora bien, la sensación de cansancio suele alargarse en el tiempo, resolviéndose en un máximo de 3 meses.
En individuos inmunocompetentes, la mononucleosis causada por CMV suele ser asintomática o mostrarse como un cuadro vírico inespecífico o un síndrome leve similar a la mononucleosis y, en general, la evolución es benigna y autolimitada.
En ambos casos es importante vigilar las complicaciones en la población inmunodeprimida.
Tratamiento
El abordaje de la mononucleosis infecciosa en personas inmunocompetentes, ya sea causada por VEB o por CMV, es sobre todo sintomático con analgésicos y antipiréticos, como el paracetamol o antiinflamatorios no esteroideos (ibuprofeno), y solo las complicaciones precisarán de un tratamiento específico.
En cuanto a los corticosteroides, no existen evidencias sólidas para su uso como tratamiento sintomático para las formas no complicadas.
Respecto a las vacunas, es cierto que hay investigaciones en marcha, la mayoría en fases preclínicas y clínicas, pero hasta la fecha no se dispone de ninguna autorizada.
Si hablamos de la infección por CMV, en personas sanas, la terapia antiviral específica no se indica regularmente, salvo en infección primaria por CMV durante el embarazo. Dentro de los agentes antivirales frente al CMV destacan ganciclovir, valganciclovir, cidofovir, foscarnet y otros dos aprobados recientemente, maribavir (2024) y letermovir (2021).
El farmacéutico, por el buen uso del tratamiento
Teniendo en cuenta que la mayoría de las veces las personas con mononucleosis infecciosa solo necesitan tratamiento sintomático con paracetamol e ibuprofeno, el farmacéutico comunitario contribuye de forma significativa a un mejor abordaje de la enfermedad en el marco de la prestación de Servicios Profesionales Farmacéuticos Asistenciales (SPFA), entre ellos, la educación sanitaria orientada a la prevención y a la detección precoz, y la optimización de la farmacoterapia.
Sobre el servicio asistencial centrado en el tratamiento, en el momento de la dispensación, es responsabilidad del farmacéutico garantizar el uso racional de los medicamentos, alzándose como agente centinela en la detección de posibles reacciones adversas, contraindicaciones e interacciones.
Por ejemplo, el paracetamol está contraindicado en pacientes con enfermedad hepática activa y grave, mientras que con el ibuprofeno hay que tener especial precaución si se usa de forma simultánea con fármacos anticoagulantes por el posible aumento del riesgo de hemorragias; con antihipertensivos de tipo IECA (enalapril y similares), por el riesgo de falta de control de la tensión arterial; o con el ácido acetilsalicílico, pues podría aumentar el riesgo de eventos cardiovasculares, como infarto de miocardio.
En el ámbito de la educación sanitaria, el farmacéutico, por sus conocimientos sobre microbiología y salud pública, tiene herramientas suficientes para promover la prevención primaria y secundaria de la mononucleosis infecciosa. Si bien es cierto que resulta muy difícil prevenir el contagio, las recomendaciones se orientan a medidas profilácticas generales, entre ellas, lavado frecuente de manos con agua y jabón o taparse la boca con un pañuelo o con el brazo al toser o estornudar.
Desde el punto de vista de la prevención secundaria de las complicaciones, además de recurrir al tratamiento farmacológico sintomático, se recomienda mantener un reposo relativo durante 15-20 días tras un cuadro agudo de mononucleosis.
Otro componente clave en la educación sanitaria es la posición privilegiada que tiene el farmacéutico para resolver dudas y desmentir bulos, como que la infección por VEB es causa directa de esclerosis múltiple o que los antibióticos son útiles para tratar la mononucleosis infecciosa.