Aunque socialmente parece bastante interiorizado el eslogan “manténgase fuera del alcance de los niños”, la realidad, según Raquel Aguilar Salmerón, farmacéutica del Hospital Universitari de Girona Doctor Josep Trueta, “es que las intoxicaciones accidentales en niños siguen ocurriendo”. Afortunadamente, las consultas en los servicios de urgencias hospitalarios por exposición a sustancias tóxicas son bajas en países como España (alrededor del 0,2%-0,3% según las publicaciones científicas), pero según datos del Observatorio Toxicológico de la Sociedad Española de Urgencias Pediátricas (SEUP), la mayor parte de las intoxicaciones se producen en menores de seis años, experimentándose también un repunte a partir de los once años. En la mitad de los casos, los tóxicos implicados son medicamentos.
“Todavía es habitual el almacenaje de los botiquines de medicamentos domésticos en el baño o la cocina al alcance de los más pequeños. Y tampoco hemos de olvidar que algunos medicamentos de uso habitual en adultos son muy atractivos para los niños, por sus formas y colores, en muchas ocasiones similares a caramelos, por lo que se ha de tener una especial precaución con el almacenaje de la medicación crónica de los adultos cuando se convive con niños pequeños”, ha recomendado Aguilar Salmerón durante la celebración del taller ‘Manténgase fuera del alcance de los niños: medicamentos de adulto altamente tóxicos en la infancia’, enmarcado en el programa del 27º Congreso Nacional de la Sociedad Española de Farmacéuticos de Atención Primaria (SEFAP), que reunió la semana pasada en el Palau de Congressos de Girona a cerca de 400 farmacéuticos de AP de toda España.
La experta ha reconocido durante su intervención que la mayor parte de las veces estas intoxicaciones son producto de sustancias poco tóxicas, por lo que los pacientes son dados de alta directamente desde los servicios de urgencias. Sin embargo, ha matizado, en un porcentaje muy bajo, las intoxicaciones pueden llegar a ser muy graves y comprometer la vida del paciente.
“En los últimos años, por ejemplo, estamos viviendo un incremento preocupante de adolescentes que visitan los servicios de urgencias a causa de ideación o tentativa suicida. Las intoxicaciones por medicamentos en adolescentes con finalidad suicida han aumentado desde la pandemia de la COVID-19, siendo el paracetamol uno de los medicamentos más utilizados”, ha alertado.
One pill can kill
Aunque todos los medicamentos son peligrosos para los niños, Raquel Aguilar Salmerón ha señalado que existen algunos principios activos capaces de producir intoxicaciones “más graves o incluso letales en niños”. Dentro de este grupo, algunos de estos fármacos son capaces de alcanzar la dosis altamente tóxica en un niño de unos 10 kg de peso con tan solo la ingesta de un comprimido o una cucharadita. Es lo que designa en la jerga médica con el concepto anglosajón de one pill killers o one pìll can kill. “Se trata de formulaciones destinadas a adultos y entre ellas se encontrarían los medicamentos opiáceos, los antidepresivos tricíclicos, los antipsicóticos, los antiepilépticos, o los antagonistas del calcio. También se incluirían en esta categoría algunos suplementos o preparados de venta libre en farmacias como el camfor, los suplementos nutricionales o los aceites esenciales”, ha enumerado.
En ese sentido, según la farmacéutica, es “importante” que la población adulta sea consciente de la peligrosidad que comportan para los más pequeños los medicamentos que consumen de forma habitual. “No se trata solo de guardar fuera del alcance de los niños los botiquines domésticos, si no también la medicación que toman diariamente que muchas veces está a la vista y a su alcance. En este sentido, los sistemas personalizados de dosificación, que son una herramienta de gran utilidad para aumentar la adherencia en los pacientes polimedicados, son especialmente atractivos para los niños por sus formas y colores y, por tanto, habría que prestar una especial atención para evitar que accedan a ellos”, ha recomendado Aguilar Salmerón, que también ha destacado la importancia de que tanto la población como los profesionales médicos nunca infravaloren la sospecha de ingesta de un medicamento en un niño, por pequeña que sea ésta.