El objetivo para la temporada 2020-2021 es alcanzar o superar el 75% de vacunación en el caso de los mayores de 65 años y el personal sanitario y sociosanitario, así como superar el 60% en embarazadas y personas con condiciones de riesgo.Según El Gripómetro, el estudio demográfico que Sanofi Pasteur pone en marcha cada temporada, en 2019-2020 sólo se vacunaron el 56,5% de los mayores de 65 años y el 41,8% de los profesionales sanitarios.
Con el incremento de las ratios de cobertura se persigue controlar la epidemia de la gripe, una enfermedad grave que,por sísola,ya constituye una carga socioeconómica sustancial en términos de recursos sanitarios y de personas afectadas, que causa unas 40 muertes al día en España1, sobre todo por los problemas cardiovasculares asociados2-3-4.
“En el hemisferio norte es posible que convivan la gripe y la COVID-19 y las dos son infecciones quepueden afectar muy gravementea personas vulnerables conpatologías crónicas o de edad avanzada”, advierte el Dr. José María Eiros Bouza, Catedrático de Microbiología de la Universidad de Valladolid y director del Centro Nacional de Gripe de Valladolid. Como medida dedetección y caracterización de los cuadros clínicos de infecciones respiratorias, el Dr. Eirosseñala la importancia de implementar técnicas de diagnósticomicrobiológico frente a los potenciales agentes implicados en los mismos.
El Dr. Amós García Rojas, presidente de la Asociación Española de Vacunologíaalerta también de la necesidad de tomar medidas para recuperar la situación del programa de vacunación, que se ha visto paralizado por la pandemia de la COVID-19. De lo contrario, “podemos encontrarnos en el futuro inmediato un escenario con un aumento de brotes de enfermedades inmunoprevenibles”, señala el presidente de la Asociación Española de Vacunología.Por otro lado,El Dr. García Rojas 2/4indica que “no existen contraindicaciones médicas para que se vacunen las personas que han superado la COVID-19”.
El Dr. Eirosasegura que la “vacunación antigripal es clave” ala espera que las investigaciones consiganuna protección efectiva y segura frente alnuevo virus. “No tenemos una vacuna para la COVID-19, pero sí para la gripe y su uso generalizado es ahora más importante que nunca”, advierte.“Sobre todo entre la población de riesgo y los profesionales sanitarios”, especifica el Dr. García Rojas.
Las complicaciones cardiovasculares asociadas a la gripe
La gripe es una enfermedad vírica altamente infecciosa que produce epidemias cada año.Se calcula que mueren entre 6.300y 15.000personas anualmente a causa de esta enfermedaden España5,principalmenteen mayores de 65 años 5-6-7-8. Asimismo, es responsable de hasta 50.000 hospitalizaciones anuales7. Uno de los principales problemas asociados a esta patología son las complicaciones cardiovasculares 2-3-4.
“La gripe se relaciona clínicamente con una mayor probabilidad de padecer un evento cardiovascular, como pueden ser:infarto de miocardio, arritmias, insuficiencia cardíaca y accidentes cerebro vasculares”, alerta la Dra. Esther Redondo Margüello, miembro del grupo de trabajo de actividades preventivas de SEMERGEN y jefa de sección del Centro de Salud y Vacunación Internacional del organismo autónomo Madrid Salud.En concreto, la infección multiplica entre6-10 veces el riesgo de infarto2-3y por 3-8 veces el de ictus3-4. También puede empeorar los síntomas de afecciones subyacentes y exacerbar enfermedades crónicas como, por ejemplo, la diabetes9-10. Los colectivos de personas más afectados son los mayores de 65 años, quienes sufren patologías crónicas, y los menores de cinco años 7-8.
“Después de dejar de fumar, la mejor medida preventiva del infarto es la vacunación antigripal, según indican varios estudios”, explica la Dra. Redondo.La experta señala la especial importancia que cobra ahora la vacunación antigripal. “La confusión de los síntomas de la gripe con los de la COVID-19 puede suponer un retraso del diagnóstico de la COVID-19”, advierte. También alerta del riesgo cardiovascular de que un mismo paciente se contagie de la gripe y del coronavirus. “La probabilidad de daño cardiovascular se va a incrementar exponencialmente”, afirma.