La deficiencia de hierro es el problema nutricional mundialmente más prevalente según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Los adolescentes, debido a los altos requerimientos y circunstancias que confluyen en esta etapa, son un sector de población que presenta mayor incidencia de déficit nutricional de hierro.
Un aporte nutricional insuficiente en las mujeres aumenta 10 veces el riesgo de padecer anemia (1). Ello es debido a su situación metabólica, hormonal y fisiológica, distinta a la de los hombres, y a la aparición de la menarquia o las menstruaciones abundantes (2), que provocan una gran pérdida de hierro en poco tiempo y, por tanto, aumentan el riesgo de anemia ferropénica. Otros factores que también pueden influir son las dietas insuficientes o inadecuadas o la obesidad.
La suplementación de hierro, una alternativa adecuada en la adolescencia
Un incremento de la fatiga o debilidad, una afectación negativa en el estado anímico, la merma en la capacidad de aprendizaje, un déficit cognitivo, con afectación de la memoria, mareos o piel pálida pueden ser manifestaciones de un déficit de hierro antes de la realización de una analítica de sangre. Es muy importante atender y tratar esta carencia para evitar un empeoramiento de la situación.
La recomendación de ingesta de hierro en mujeres adolescentes es de 15 mg/día -una adolescente fértil pierde entre 15 y 30 mg de hierro en una menstruación normal-. Para mantener unos niveles adecuados, es importante su ingesta a través de una dieta equilibrada. Sin embargo, se ha observado que un 75% de las adolescentes no cubren estas necesidades mínimas, por lo que la suplementación de hierro se considera la mejor alternativa.