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En los meses más fríos del año aumenta la incidencia del resfriado común o la aparición de síntomas relacionados, como pueden ser la congestión nasal y la tos. Además y en el contexto actual, el uso prolongado de las mascarillas, un complemento que ya forma parte de nuestros hábitos diarios y que es fundamental para reducir contagios de COVID-19, está generando problemas secundarios en nuestra forma de respirar aumentando el riesgo de contraer infecciones y la aparición de posibles molestias en las vías respiratorias.