Según datos del informe ‘Utilización de medicamentos opioides en España’, elaborado por la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps), el consumo de fármacos analgésicos opioides con receta España se elevó en 2021 hasta las 21,1 dosis diarias por cada 1.000 habitantes, lo que supone un incremento de más del 100% respecto a 2010 (9,9 dosis).
Desde la Sociedad Española de Farmacéuticos de Atención Primaria (SEFAP) reconocen que en España, de momento, el riesgo de la epidemia generada en EEUU por su consumo descontrolado parece lejana, debido a las diferencias en la prescripción del tipo de opioide (Oxicodona vs fentanilo) y en la administración del mismo (vía oral vs vía transdérmica). Pese a ese menor riesgo de que personas que utilizan opioides dentro del sistema sanitario lo acaben derivando a un “consumo de tráfico ilícito”, el presidente de SEFAP, José Manuel Paredero, recuerda que España “no está exenta” de que algunas personas generen dependencia a los opioides debido a la utilización de opioides de acción rápida o ultrarápida en el dolor crónico no oncológico (DCNO) y de que “acaben mostrando conductas aberrantes por adicción y deban ser atendidas para conseguir la deshabituación del consumo”.
Como señalan desde SEFAP, la adicción a los opioides depende de diferentes factores y es un riesgo que debe ser valorado antes de iniciar una prescripción. Además de los factores relacionados con el dolor, también hay otros que pueden predisponer a esa adicción, como que el paciente tenga un componente psicopatológico (estrés psicosocial intenso o comorbilidad psiquiátrica) o factores de riesgo relacionados con los opioides.
Para limitar ese riesgo, Paredero señala que lo fundamental es hacer una correcta valoración del riesgo inicial del paciente, un buen uso de estos medicamentos, así como un seguimiento estrecho del tratamiento adecuado, valorando la adherencia a otras terapias farmacológicas y no farmacológicas. Así se podría ir sopesando cuándo los riesgos superan a los beneficios obtenidos por estos fármacos y, si fuera el caso, ir instaurando medidas correctoras. “Creemos que es necesario mejorar la atención a estas personas y, cuando se produzcan estos casos de adicción, facilitar y encauzar la deshabituación de una forma más ágil”, argumenta.
En ese sentido, desde SEFAP alertan del cada vez mayor consumo de medicamentos opioides para el abordaje de determinados tipos de dolor crónico de tipo no oncológico (DCNO), donde hay evidencia insuficiente de efectividad a largo plazo, potenciales efectos adversos y un aumento progresivo de los problemas de adicción relacionados.
“Nosotros entendemos que los opioides son medicamentos esenciales y extraordinariamente útiles cuando se utilizan en el tipo de dolor y en las condiciones recomendadas, donde su relación beneficio riesgo está comprobada, como el dolor oncológico o el dolor agudo intenso. En los otros casos, sin embargo, se debe valorar adecuadamente el perfil del paciente y hacer un seguimiento muy estrecho de la evolución del paciente y del beneficio obtenido”, sostiene el presidente de SEFAP, que considera que, a veces, faltan herramientas para la correcta valoración y tratamiento de estos pacientes, lo que lleva a que cada vez “nos encontremos con más pacientes en los que estos tratamientos se cronifican durante años, cuando la evidencia de su efectividad a largo plazo es muy escasa y apenas hay estudios con 3-6 meses de duración”. Por ello, Paredero recuerda que el seguimiento de estos tratamientos una vez prescritos deberían ser de 3-6 meses, en los que una falta de efecto “debería conducir a pensar más en la falta de efectividad del tratamiento que en aumentar la dosis del mismo por ver si acaba siendo eficaz”.
Con respecto al seguimiento, José Manuel Paredero alerta de que se deberían realizar esfuerzos en estrategias de formación y actualización en el manejo del dolor y los medicamentos opioides, para evitar que se cronifiquen situaciones como las que a veces se observan en la práctica clínica con pacientes de más de 75 años que utilizan parches de fentanilo de 100 mcg “desde hace años y con la dificultad consecuente para su desescalado por factores tanto relacionados con el paciente como con las alternativas terapéuticas que podemos ofrecer”. Desde SEFAP se recuerda en ese sentido que un parche de 100 mcg/día de fentanilo equivale a 240 mg de morfina/día. “Teniendo en cuenta que 90 mg de morfina al día se considera una dosis alta, estamos hablando de una pauta de muy alto riesgo. Nos preocupa que la cronificación innecesaria con opioides y su elevada dosificación, esté siendo una de las causas principales del incremento en el consumo de opioides en España”, subraya.
El presidente de SEFAP, por último, también ha querido mostrar su opinión sobre el posicionamiento elaborado por varias sociedades científicas reclamando la no sustitución de los opioides de marca por genéricos en los pacientes. “La verdad es que cuando leímos la noticia nos sorprendió bastante que después de más de 25 años del inicio de la comercialización de los fármacos genéricos y su elevada utilización, se ponga en duda su equivalencia terapéutica, cuando han mostrado bioequivalencia”, argumenta Paredero. Asimismo, al presidente de SEFAP le sorprende que muchas de las afirmaciones incluidas en el documento no fuesen acompañadas de ninguna cita bibliográfica o de referencias a estudios científicos que las avalasen. “Desde SEFAP pensamos que en un tema tan serio deberíamos unir esfuerzos entre todas las sociedades científicas para poder crear estrategias de mejora para el uso racional de los opioides que beneficien a los pacientes, sobre todo en el DCNO” concluye.