Aunque en cualquier época del año pueden aparecer ampollas y rozaduras en los pies, ahora que empiezan los meses más calurosos y con temperaturas más altas puede aumentar la incidencia. El sudor, el tipo de calzado y el estado de la piel del pie son los principales factores, pero hay otros. Vamos a profundizar en las principales causas de las ampollas y rozaduras en los pies para prevenirlas y evitar las temidas ampollas.
Anatomía del pie
La principal función del pie es soportar el peso del cuerpo y es tanto estática, cuando estamos parados, y nos aporta estabilidad cuanto estamos de pie, como dinámica, cuando estamos en movimiento, además de permitir que nos adaptemos a las irregularidades del suelo y amortiguar los impactos del peso de nuestro cuerpo con el suelo. La energía de este impacto se reutiliza para propulsar el siguiente movimiento. Su compleja estructura anatómica le permite desarrollar las múltiples e importantes funciones que desempeña.
Cada uno de tus pies tiene 26 huesos y 33 articulaciones. Es decir, un total de 66 zonas donde se articula el pie y especialmente proclives a sufrir lesiones de la piel por rozamiento. Además, a unos y otras les rodean 100 tendones, músculos y ligamentos. Una anatomía realmente compleja que puede verse afectada por muchos problemas de salud.
De manera resumida, el pie se divide en 3 partes:
- La zona del talón y el hueso calcáneo o retropié
- La zona media, que engloba el arco plantar o mediopié
- El metatarso es la zona de los dedos o antepié.
¿Qué son las ampollas en los pies?
Una ampolla es el resultado de un roce que se repite en una zona concreta de la piel en distintas partes del cuerpo. Tras el roce repetitivo, actúa como un mecanismo de defensa de nuestra piel para proteger los tejidos internos. Por ello, se acumula líquido incoloro entre la capa superior de la piel o epidermis y la más profunda, la dermis.
En función de la profundidad de los tejidos afectados y el tamaño, existen diferentes grados de rozaduras. Esta fricción continua se debe, especialmente, a los siguientes factores:
- Deformaciones de los pies y dedos
- Caminatas muy largas
- Exceso de sudoración o transpiración del pie
- Calzado nuevo, estrecho, inadecuado o con tacón
6 consejos para prevenir ampollas y rozaduras
La actividad física es muy beneficiosa para la salud. No obstante, en determinadas circunstancias, la piel del deportista puede verse afectada por diversos factores relacionados directamente con el ejercicio. Sobre todo, cuando este es intenso o se practica de forma regular.
En ese sentido, el Colegio Americano de Medicina del Deporte ha estimado que el 21% de las consultas médicas de los deportistas hace referencia a problemas dermatológicos. Debido a esta realidad, habría que prestar una especial atención al cuidado de la piel de los deportistas.
Una de las afecciones de la piel más habituales entre quienes practican ejercicio físico son las rozaduras debidas, generalmente, a la fricción constante y repetitiva del material deportivo empleado con la propia piel o por un traumatismo.
Asimismo, durante el ejercicio físico puede haber roce de piel con piel. Estas lesiones se localizan sobre todo en las áreas de los pliegues cutáneos tales como la cara interna de los muslos, ingles, axilas o pecho.
Estas fricciones deportivas pueden manifestarse de diferentes formas como abrasiones, erosiones, ampollas, callos, uñas encarnadas y otras más específicas estrechamente vinculadas a ciertas actividades físicas como son el talón negro, el pezón del corredor o el hombro de nadador.
La buena noticia es que, con las medidas adecuadas, se pueden prevenir e incluso evitar con estos consejos:
1.- Mantener la piel hidratada. Una buena hidratación de la piel permitirá protegerla más frente a agresiones externas como las rozaduras deportivas. Por este motivo, hay que aplicar una crema hidratante a diario en todo el cuerpo e insistir en aquellas zonas más vulnerables como son los pies y las manos.
2.- Cortar las uñas del pie rectas. En ocasiones, las uñas de los dedos de los pies pueden incrustarse en la dermis, inflamar y enrojecer la piel de alrededor e incluso causar una infección. Es lo que se conoce como uñas encarnadas. Estas son frecuentes en los deportistas, por lo que es fundamental recortar las uñas bien rectas. También puede ser de ayuda poner un trozo de algodón debajo del margen lateral del pie.
3.- Usar un calzado y material deportivo adecuado. El roce constante de la piel del pie del deportista con la zapatilla, junto al microambiente húmedo y cálido, favorece la aparición de ampollas. Por esta razón, se recomienda un calzado idóneo y ajustado al pie. Asimismo, se recomienda el uso de calcetines absorbentes y polvos de talco astringentes o doble calcetín para evitar la fricción.
4.- Utilizar almohadillas de fieltro. Su uso en la práctica deportiva también puede ayudar a prevenir el talón negro, afección dermatológica consiste en la aparición de pequeñas manchas oscuras, causadas por microhemorragias, en el talón o el pulpejo de los dedos. También se dan en las palmas de las manos de golfistas, tenistas, escaladores y gimnastas.
5.- Aplicar crema anti-rozaduras. Antes del ejercicio, conviene utilizar una crema para rozaduras en la práctica deportiva. De este modo, se creará una película protectora sobre la piel que ayudará a prevenir irritaciones. Es importante que esta crema anti-rozaduras sea resistente al agua, la humedad y el sudor y, al mismo tiempo, permita que la piel transpire. En el caso del pezón del corredor, también puede ser útil cubrir la zona con apósitos. No la olvides si planeas una caminata larga, tienes deformidades en los pies o tendencia al roce entre los dedos. Úsala cuando estrenes calzado.
6.- Usar polvos o spray desodorante/antitranspirante para los pies si te sudan en exceso.