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La rosácea es una de las afecciones cutáneas más difíciles de diagnosticar y combatir, ya que uno de sus síntomas más corrientes, el enrojecimiento y las pústulas, suele confundirse con el acné. Se trata de una enfermedad autoinmune y crónica, y las personas que la sufren experimentarán brotes a lo largo de su vida, especialmente entre los 30 y los 50 años.