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La piel del bebé es un órgano inmaduro que está aún sin desarrollar, con unas características específicas y diferentes a la piel de un adulto, por lo que necesita unos cuidados especiales que le ayudaran a madurar y a desarrollarse de manera adecuada en sus primeros años, lo cual marcará el estado y salud de su piel en la edad adulta, favoreciendo la prevención de alteraciones y patologías cutáneas.