La llegada de los meses más cálidos del año, en los que predomina la incidencia de luz solar, se relaciona con una percepción generalizada de que la síntesis de vitamina D es mayor dado que pasamos más tiempo al aire libre y recibimos directamente la luz solar. Es cierto que, desde un punto de vista fisiológico, la síntesis cutánea por acción de la radiación solar ultravioleta B es la principal fuente de vitamina D (80–90‑%), obteniéndose el resto a través de la alimentación. Pero existen una serie de factores que pueden dificultar esta síntesis, también durante la época con más sol.
Algunos de estos factores son: el tiempo de exposición solar, la latitud y la franja horaria a la que se toma el sol, la superficie corporal expuesta, el uso de protectores solares (necesarios para prevenir el daño en la piel y evitar riesgos como el de melanoma), el fototipo de la piel (a mayor pigmentación menor síntesis), la edad (a más edad, menor síntesis), la contaminación ambiente (la cual reduce esta síntesis) o las conductas evitativas (ante calor extremo y prevención del daño cutáneo). A ello se le une que la ingesta diaria promedio de vitamina D en la población general es a menudo insuficiente para mantener niveles óptimos de 25(OH)D (el metabolito que se emplea para medir, de la forma más exacta posible, cuánta vitamina D hay en el organismo).
Mejores valores de vitamina D en Europa central respecto a España
Cabe destacar que los niveles de vitamina D en España son similares (o incluso inferiores) a los de Europa central o Escandinavia, debido a que en estos países se suplementan alimentos de uso habitual con vitamina D. Diversos estudios han puesto de manifiesto que el déficit de vitamina D no es algo exclusivo de zonas con poca luz solar y que se podría estar subestimando la prevalencia de la hipovitaminosis D en climas soleados.
Así, un estudio en el que se analizó la prevalencia de hipovitaminosis D en estudiantes de medicina de la universidad de Las Palmas de Gran Canaria determinó que casi dos de cada tres estudiantes tenían niveles bajos de 25-hidroxivitamina D.
El efecto del uso de cremas solares, propio de esta época, sobre la síntesis cutánea de vitamina D es controvertido. En este sentido, la Sociedad Española de Investigación Ósea y del Metabolismo Mineral (SEIOMM) recomienda, en población caucásica, una exposición solar diaria de 15 minutos en cara y brazos entre los meses de marzo y octubre, con factor de protección entre 15 y 30, según la latitud y la intensidad de la radiación. En población anciana y en pacientes con osteoporosis la exposición solar diaria recomendada es de 30 minutos. A su vez, desde hace años, se han puesto en marcha políticas socio-sanitarias que buscan restringir la exposición solar, fomentando la fuente nutricional de vitamina D para prevenir el riesgo de daño cutáneo (ej. melanoma) asociado a la exposición solar.
La hipovitaminosis D podría condicionar el estado general de salud. En este sentido, la incidencia y gravedad de enfermedades cardiovasculares, neuropsiquiátricas, autoinmunes y problemas óseos y musculares podrían empeorar en situaciones de déficit de esta hormona.
“Son muchos los factores que dificultan la síntesis cutánea de esta vitamina, por lo que la llegada de los meses con más sol del año no supone una garantía de que la síntesis sea óptima”, explica el Dr. Esteban Jódar, jefe de servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitario Quirónsalud Madrid y profesor de Endocrinología en la Universidad Europea de Madrid.
Vacaciones terapéuticas en la suplementación con vitamina D: ¿es necesario y adecuado?
Un ensayo clínico aleatorizado realizado en España ha puesto de manifiesto el efecto de la suspensión de calcifediol (tratamiento para el déficit de vitamina D) en mujeres posmenopáusicas con deficiencia de vitamina D. El objetivo principal del estudio fue evaluar la eficacia y seguridad a largo plazo de calcifediol mensual 0,266 mg durante 12 meses, calcifediol mensual 0,266 mg durante 4 meses + placebo durante 8 meses o colecalciferol mensual 25.000 UI durante 12 meses.
Una vez alcanzados niveles óptimos de 25-hidroxivitamina D, tras la suspensión del tratamiento al mes 4, los niveles volvieron a caer dando lugar de nuevo a un estado de déficit. Los autores concluyeron por tanto que, al igual que se ha observado con colecalciferol, la interrupción del tratamiento con calcifediol conlleva que los niveles de 25(OH)D vuelvan a descender de forma abrupta hasta niveles previos al tratamiento, indicando la necesidad de mantener la suplementación una vez alcanzados los niveles óptimos. Esta observación coincide con la de la SEIOMM de suplementar de manera indefinida a la población en riesgo de déficit de vitamina D.
Para el Dr. Jódar: “en la práctica clínica es común que existan las vacaciones terapéuticas en la suplementación con vitamina D, no tanto promovidas por los pacientes sino por los especialistas. Esto no es recomendable ya que, como cualquier otra suplementación hormonal, la suspensión del tratamiento lleva a una caída de los niveles previos al tratamiento que, por lo tanto, son los de insuficiencia. La reducción de los niveles de 25(OH)D tras la suspensión de suplementación con vitamina D podría impedir los efectos beneficiosos de este sistema endocrino, tanto a nivel esquelético como extra esquelético. Los pacientes que tienen más riesgo al suspender el tratamiento son aquellos que tienen osteoporosis. Sabemos que, en esa situación, sobre todo cuando no hay mucha exposición solar o se hace con protección, las caídas de vitamina D son la causa evitable más común del fracaso del tratamiento para la osteoporosis. Probablemente, otros colectivos u otras especialidades como neurología se encuentren en una situación similar”.