El rubor es un tipo de irritación intensa, pero transitoria, en la superficie del rostro, el cuello o la parte superior del tronco que surge como consecuencia de una emoción, estrés, etc. Los vasos se dilatan al pasar brutalmente del frío al calor, enrojeciendo las mejillas. La eritrosis es una irritación difusa y permanente del rostro que se agrava en las mismas circunstancias que el rubor, pero también tras una exposición al sol. Los vasos han perdido su elasticidad, lo que explica el aspecto permanente de la irritación.
Por otro lado, tenemos la cuperosis. Este trastorno de la micro-circulación se caracteriza por una irritación acompañada de finos vasos dilatados, muy rojos, incluso violáceos. Los médicos hablan de “telangiectasas”. Esta afección cutánea afecta a un 15% de la población, de manera particular a las mujeres (3 mujeres por cada hombre). Por último, la rosácea es una irritación del rostro sobre la que pueden aparecer pápulas o pústulas, similares a las lesiones del acné. Dichas señales evolucionan a través de erupciones.
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