Los objetivos esenciales de la filosofía Zero Waste son maximizar el reciclaje, minimizar desperdicios, concienciar sobre el consumo responsable, y asegurar que los productos puedan reutilizarse o degradarse en la naturaleza sin causar daños.
La plataforma Dieta Coherente ha lanzado una campaña de sensibilización sobre este tema, pues en España, según afirma Amil López Viéitez, su creadora: “desperdiciamos 2,9 millones de toneladas de alimentos al año, que suponen unos 250 € por persona. Con los alimentos que actualmente se desperdician en Europa se podría alimentar a 200 millones de personas”.
Se estima que para 2050, la producción mundial de alimentos deberá aumentar un 70% para poder abastecer a la población futura, que será de 7.000 a 9.000 millones de habitantes. El desperdicio de alimentos provoca una menor capacidad de mitigar el hambre y la pobreza y de mejorar la nutrición, la generación de ingresos y el crecimiento económico de los países en vías de desarrollo.
Comida de Desperdicio Cero
Tal y como explica Amil López, “el objetivo de una comida de desperdicio cero es reducir de manera significativa y con el tiempo eliminar por completo los desechos evitables (alimentos y bebidas en perfecto estado para ser consumidos) y los desechos potencialmente evitables: a pesar de ser comestibles y estar en estado óptimo de consumo, ya que algunas personas no los consumen dependiendo de cómo se elaboren”.
Las comidas de desperdicio cero pueden ser organizadas y destinadas a distintos tipos de público: niños en colegios, empleados de una empresa, instituciones públicas, domicilio particular, etc.
“La comida de residuos cero es una comida con desperdicio de alimentos cero y desperdicio de envases cero”, puntualiza López Viéitez. Para ello, continúa, “es necesario hacer una planificación adecuada y proponerse un reto, como un picnic o una cena de residuos cero con tus amigos; comprar los alimentos a granel para evitar residuos innecesarios, calcular bien las cantidades necesarias de alimentos, utilizar bolsas reciclables como fiambreras, termos, cubiertos metálicos o servilletas de tela”.
Al terminar, “se deben almacenar las sobras para poder utilizarlas más tarde, los restos orgánicos que no sirvan para consumir, destinarlos a compost, como los corazones de las manzanas y si es necesario llevar al contenedor de reciclaje algún envase”, concluye.