Se trata de un trabajo que da continuidad al documento publicado en 2013, basado en las directrices de la Organización Mundial de Salud (OMS) y la Federación Internacional Farmacéutica (FIP), y que impulsa entre los farmacéuticos una sistemática de trabajo más comprometida con el Sistema Sanitario. El objetivo es la normalización de la práctica farmacéutica, poniendo a disposición de los farmacéuticos comunitarios directrices, guías y procedimientos para que, con independencia del lugar en el que ejerzan, puedan ofrecer una asistencia sanitaria y unos servicios de calidad, eficientes y que respondan a las necesidades de la sociedad.