A juicio de Urzay, aunque es cierto que a partir de ahora se podría esperar un cierto incremento del gasto farmacéutico debido al mayor número de pacientes (por el incremento de la esperanza de vida y la cronicidad) y las previsiones de nuevos lanzamientos de productos, en ningún caso se pondrá en riesgo la viabilidad del sistema público de salud, ya que, entre otras razones, la cuota de mercado de los nuevos productos se ha mantenido estable en la última década.