Los medicamentos biosimilares siguen procesos de investigación y desarrollo más complejos que los que se fabrican químicamente y, además, presentan una calidad, eficacia y seguridad parecida a los medicamentos biológicos originales. Es por ello que su existencia resulta una buena noticia para los médicos, pacientes y los gestores sanitarios. Con su uso se contribuiría al sostén del sistema sanitario debido a su coste menor. El primer medicamento biosimilar fue autorizado en el 2006 bajo los criterios de calidad, sostenibilidad y eficacia de autorización. En la actualidad hay 113 productos biosimilares financiados por la Seguridad Social. Su inserción ha supuesto una reducción del gasto hospitalario aun crecer el número de pacientes.