Debemos ser conscientes de que no siempre es necesario buscar un regalo que se adapte a la persona afectada. Regalos comunes, como unas zapatillas, un batín, un fular o un complemento también pueden ser adecuados si, antes de escogerlos, nos planteamos las posibles dificultades con las que la persona podría encontrarse al utilizarlos. Por ejemplo, eligiendo zapatos que pueda ponerse y quitarse con facilidad potenciaremos su autonomía a la hora de vestirse. Si se piensa en objetos más específicos y particularmente adecuados para personas con esta enfermedad, la Fundación recomienda optar por regalos que sean significativos para ellas, es decir, que evoquen recuerdos o vivencias, o bien personalizarlos según sus preferencias o aficiones. Pueden ser, por ejemplo, regalos que incluyan fotografías, música o algún capricho para el paladar, como una caja de bombones o galletas.
Otra posibilidad es hacer un regalo que favorezca la estimulación cognitiva, siempre de manera adaptada a cada fase de la enfermedad y ajustada a las capacidades que la persona aún preserva. Esto es importante ya que, lamentablemente, las capacidades perdidas a causa del Alzheimer no son recuperables y pretender su mejora mediante técnicas de estimulación, o por insistencia, puede generar frustración, tanto a la persona afectada como a las de su alrededor, explica la doctora Nina Gramunt, neuropsicóloga de la Fundación Pasqual Maragall.