los expertos insisten en que mantener unos niveles óptimos de vitamina D es fundamental en la mujer durante la adolescencia, el embarazo, en tratamiento de fertilidad, pacientes con cáncer de mama, menopausia y ancianidad, ya que mejora no solo la salud músculo esquelética de las pacientes, sino que también repercute positivamente en el bienestar general de la mujer, como por ejemplo en el refuerzo del sistema inmunitario.
En el caso concreto de las mujeres embarazas, los expertos apuran a subrayar que la suplementación con vitamina D es clave no solo para la madre, sino que los niveles deficientes de vitamina D en la gestante dan lugar a niveles bajos en sangre del cordón umbilical, lo que puede dar lugar a alteraciones del metabolismo del calcio en el feto y favorecer el desarrollo de una hipocalcemia o, en los casos más graves, una tendencia al raquitismo. Por eso, aunque cada vez existe más concienciación social sobre la importancia de esta vitamina, los expertos reclaman que su análisis, observación y prescripción deberían estar incluidos en los planes de salud públicos.