Aunque la inhalación de pequeñas partículas de agua nebulizada contaminada con la bacteria Legionella es suficiente para el contagio, dicha bacteria está presente de forma natural en las aguas superficiales, pero llega a los hogares en concentraciones que no son peligrosas para las personas. El problema surge cuando la bacteria prolifera en instalaciones a temperaturas sobre los 37º, disminuyendo la probabilidad de reproducción por debajo de los 25º y por encima de los 55º. Estas temperaturas favorecen la formación de una biocapa de microorganismos que propician un refugio seguro a bacterias como ésta.
Por eso, entre junio y octubre aumentan notablemente los casos de legionelosis. De hecho, en 2009, estos meses concentraron casi el 70% de las infecciones que se produjeron en Europa. Además, los casos de legionelosis se han triplicado en Europa durante los últimos 10 años, aumentando especialmente en verano. FV
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