Mientras en España tras una parada cardíaca el índice de salvación se sitúa en un 4%, en EEUU alcanza el 50% gracias a la implantación masiva de (DESA) en espacios públicos. “Estas cifras demuestran que pese a los avances producidos en los últimos años, la cardioprotección en España todavía está lejos de ser una prioridad, aunque la tendencia está cambiando”, explica Nuño Azcona, Director General de B+Safe Almas Industries.
Un 84% afirma conocer qué es un desfibrilador. Según Azcona, “la legislación, muy diversa, no ayuda a avanzar al ritmo adecuado”. Hay Comunidades Autónomas como Cataluña, Andalucía, País Vasco, Canarias y Asturias que han regulado qué espacios públicos deben disponer de desfibrilador. Por su parte, otras como Madrid y Murcia han anunciado la próxima entrada en vigor de una normativa al respecto.
La realización de un masaje cardíaco y el uso de un desfibrilador en los primeros minutos tras la parada cardíaca incrementa hasta un 90% las posibilidades de sobrevivir a la misma con garantías de éxito. La necesidad de apostar por la cardioprotección de la sociedad coincide con que en España son los problemas de corazón la primera causa de muerte, pues se cobran 117.000 vidas anuales, mientras que hay 100 fallecimientos diarios fruto de paros cardíacos.
Por cada minuto que se pierde, desciende un 10% la probabilidad de supervivencia y aumenta el riesgo de padecer secuelas. Este dato refuerza el papel clave de los desfibriladores inteligentes que pueden ser manejados con éxito por personas sin conocimiento sanitario previo y salvar muchas vidas.
Por otra parte, también según el Estudio de Cardioprotección en España 2016 que ha realizado B+Safe, solo una de cada tres personas sabría realizar una reanimación cardio-pulmonar (RCP) en caso de presenciar un ataque cardíaco.