Se trata de un síndrome heterogéneo producido por una reacción exagerada de la piel frente a diversos estímulos, con una respuesta subjetiva de los pacientes. Se sabe que ha aumentado exponencialmente su aparición durante los últimos años. Se estima que en España más de once millones de personas reconocen su piel como sensible o muy sensible, detectándose con mayor frecuencia más en los jóvenes que en los mayores.
En niños no se sabe demasiado, pero se piensa que como están muy expuestos a los productos que cuidan de su piel, la susceptibilidad para generar una mayor sensibilidad puede ser elevada. Se da con mayor frecuencia en mujeres que en hombres. En ellas, la piel sensible está más relacionada con el uso de cosméticos, mientras que en los varones el afeitado parece ser el factor más determinante.
Qué la produce
Los factores que producen la piel sensible son múltiples, y los expertos los dividen en intrínsecos y extrínsecos. Los factores intrínsecos hacen referencia a aquellos relacionados con las condiciones de la piel de la persona que lo padece (sexo, edad, tipo de piel, atopia, etc.), mientras que los segundos tienen que ver con determinados componentes de los productos cosméticos y de aseo personal y/o con factores ambientales.
Factores intrínsecos
Como se dice en párrafos anteriores, el hecho de ser mujer y joven predispone a padecer piel sensible. Además, también influye la pigmentación de la piel y la susceptibilidad al rubor, por lo que el fototipo I es el que más comúnmente se asocia a piel sensible. También el poseer un estrato córneo delgado o una interrupción del propio estrato también predispone.
En cuanto a la epidermis, se conoce que una disminución de la hidratación epidérmica –con un nivel alto de pérdida de agua transepidérmica–, una hiperfunción de las glándulas sudoríparas, un aumento de los lípidos neutros y disminución de los esfingolípidos, además de una inervación epidérmica aumentada favorecen la aparición de la reactividad de la piel y, por tanto, que ésta sea sensible.
Dentro de estos factores intrínsecos al individuo también juegan un papel importante el padecimiento de algunas enfermedades cutáneas. Así, la dermatitis atópica se ha considerado la condición más predisponente para tener piel sensible. Otras enfermedades relacionadas son el acné, la psoriasis, el eczema de contacto, la rosácea, la dermatitis seborreica y el vitíligo.
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