Estos equipos son capaces de revertir una situación de parada cardiorrespiratoria, también llamada muerte súbita, ya que si esta se produce disponemos de un plazo máximo de 5 minutos para asistir a la víctima con garantías de éxito. Además, por cada minuto que se pierde, desciende un 10 por 100 la probabilidad de supervivencia y aumenta el riesgo de padecer secuelas.
Para que las posibilidades de supervivencia ante un paro cardíaco repentino sean óptimas, se debe realizar de forma inmediata una resucitación cardiopulmonar (RCP) que permita mantener el flujo necesario de sangre oxigenada al cerebro hasta que se restablezca el ritmo cardíaco normal mediante la descarga eléctrica suministrada por un desfibrilador hasta la llegada de los servicios de emergencia.
Los avances tecnológicos han permitido crear DESA fáciles de utilizar por personal no sanitario y con las máximas garantías de calidad y seguridad.
La presencia de DESA en lugares que registran gran afluencia de personas como farmacias, centros comerciales, aeropuertos, estaciones de viajeros o empresas, se ha incrementado de manera importante en los últimos años. No obstante, estamos muy alejados de los niveles de vecinos europeos como Francia, donde la implantación de estos equipos supera ocho veces la de España, una diferencia que aumenta respecto a Alemania y los países nórdicos y que crece exponencialmente respecto a Estados Unidos o Japón.
Legislación
Por otra parte, España carece normativa homogénea que regule que espacios deben disponer de desfibrilador fuera del ámbito sanitario ni los requisitos para su uso o registro. Mientras comunidades como País Vasco, Cataluña, Andalucía y Canarias sí han desarrollado legislaciones al respecto, otras como Madrid carecen de ella.
Espacios conectados cardioprotegidos
Para poder hablar de espacio verdaderamente cardioprotegido, éste debe contar al menos con un desfibrilador, con mantenimiento garantizado y personas adecuadamente formadas para poder garantizar una rápida actuación en caso de paro cardíaco repentino (para conseguir que vuelva a latir el corazón de la persona afectada), hasta la llegada de los servicios médicos de emergencia.
Hay identificados cuatro pasos críticos para tratar el paro cardíaco repentino, denominados Cadena de Supervivencia:
- Reconocimiento y llamada al servicio de emergencia.
- Una rápida resucitación cardiopulmonar (RCP).
- Desfibrilación temprana.
- SVA y cuidados post-resucitación.