Instaurar servicios profesionales remunerados tendría claros beneficios: reforzar el papel del farmacéutico como experto, eliminar la dependencia de la evolución negativa de los precios de los medicamentos y mejorar la percepción del paciente. Sin embargo, requeriría una reorganización de la farmacia, más negociaciones y acuerdos entre los agentes sanitarios y estaría supeditada a la incertidumbre por la regulación discrecional a la que está sometida la rentabilidad de la farmacia.
Luis Barrio asegura que la mayoría de los países están descubriendo vías alternativas de remuneración farmacéutica, aunque los resultados en algunos casos no son muy alentadores al no haber sabido compensar el esfuerzo al farmacéutico o trasladar al paciente dicha remuneración.
Por último, el experto anima a los farmacéuticos a recuperar el margen perdido con los sucesivos reales decretos en los últimos años y a buscar instaurar un sistema de servicios profesionales remunerados que compense de forma realista costes y esfuerzo.