Si una persona cae enferma no puede producir, y si no produce, no genera los ingresos que necesita para atender su salud. Y es que a pesar de que salud es un derecho inherente a todos los seres humanos, de cuya universalidad se ha hablado en multitud de ocasiones, los costes que se derivan de su cuidado y atención no son gratuitos para todas las familias. Su acceso es incluso, limitado para muchas personas: cerca de 1.000 millones de personas en el mundo no tienen acceso a ningún servicio de salud, explican desde Anesvad.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) recién aprobados por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) incluyen como una meta de su Objetivo 3 “lograr la Cobertura Sanitaria Universal, en particular la protección contra los riesgos financieros, el acceso a servicios de salud esenciales de calidad y el acceso a medicamentos y vacunas seguros, eficaces, asequibles y de calidad para todos”.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), 1/3 de la población mundial no tiene acceso a medicamentos. Ocurre incluso en nuestro entorno más cercano. Según datos del último Informe Foessa, la exclusión afecta en España a un 25,1% de la población, alcanza a más de 11 millones de personas. De ellas, una de cada dos sufre exclusión sanitaria (46%). El estudio revela, además, que un 13,3% de los hogares en España y un 9,1% en Euskadi han tenido que dejar de comprar medicinas, seguir tratamientos o dietas por problemas económicos.