La fractura por fragilidad representa en España una cifra superior a la suma de casos de infartos, cáncer de mama y embolia, lo que supone un importante problema socio-sanitario por el impacto en la salud y calidad de vida de los pacientes, dado que conllevan dolor, discapacidad e, incluso, la muerte prematura, pero también por el coste económico y social que supone su tratamiento y sus consecuencias.
En nuestro país, el coste anual de las fracturas osteoporóticas y sus complicaciones es de 2.900 millones de euros. En la Unión Europea, esta cifra asciende a más de 32.000 millones de euros al año, según los datos presentados por el Dr. Manuel Díaz Curiel, presidente de la Fundación Hispana de Osteoporosis y Enfermedades Metabólicas Óseas (FHOEMO) con motivo del Día Mundial de la Osteoporosis, que se celebra el 20 de octubre.
En este sentido, el gasto total medio de una fractura de cadera -primera hospitalización, visitas ambulatorias y asistencia domiciliaria- en el primer año es de 9.690 € en mujeres y de 9.019 € en hombres, según las conclusiones del estudio prospectivo observacional sobre la carga asociada a las fracturas de cadera en España (PROA).
Prevalencia e impacto de la fractura
Según los especialistas, se prevé que el gasto sanitario por fracturas osteoporóticas aumente un 25% en los próximos diez años por el envejecimiento paulatino de la población. Tal y como explica José Manuel Olmos, vicepresidente de SEIOMM “es muy importante identificar a los pacientes de riesgo antes de que se produzca la primera fractura para centrarnos en su diagnostico y tratamiento, y poder instaurar medidas preventivas que reduzcan el riesgo de fractura osteoporótica”. Igualmente, “se debe enseñar a los pacientes los factores que aumentan el riesgo de padecer una fractura de este tipo para que puedan tomar medidas que les permitan prevenirla, especialmente en la población mayor de 60”.
Según datos epidemiológicos, una primera fractura duplica el riesgo de futuras fracturas. A menudo, la segunda fractura se produce durante los siguientes 6-8 meses. En opinión del doctor Díaz Curiel, “una fractura por fragilidad en pacientes de más de 50 años alerta de la necesidad de evaluar el riesgo de una nueva fractura y un posible tratamiento”.
Por tanto, para abordar la prevención de este grave problema socio-sanitario no sólo conviene considerar el diagnóstico de una densidad mineral ósea baja, sino que es fundamental evaluar el riesgo de fractura. En opinión de este experto, “el tratamiento de la enfermedad exige un abordaje integral e individualizado. Existen diferentes fármacos que han demostrado su eficacia en la prevención de las fracturas por fragilidad, por lo que la evaluación de forma individual y la participación del paciente en la toma de decisiones debe ser la norma en la práctica clínica habitual para la selección del tratamiento más adecuado”.