Este especialista afirma que los primeros signos visibles del envejecimiento comienzan a partir de los 30-35 años, como las arrugas del entrecejo y las patas de gallo, “aunque por ejemplo las ojeras pueden aparecer antes, a partir de los 20, sobre todo por hipotrofia de la grasa”. No obstante, no hay que olvidar que la genética, el sol, el tabaco, una mala alimentación o el estrés “son factores extrínsecos que influyen y que pueden acelerar el envejecimiento de la piel, ya que contribuyen a la formación de radicales libres y por tanto oxidan nuestro organismo”, matiza.
Por su parte, el doctor Francisco Ortiz, director médico de las Clínicas Médico-Estéticas Teknobell de Sevilla, recuerda que incluso engordar y adelgazar en exceso define el aspecto del rostro. “La grasa es responsable de las concavidades y convexidades que definen una cara joven. Cuando el peso corporal varía, se producen cambios de volumen a nivel de la grasa profunda, lo que hace que ésta se desplace y aparezcan surcos”, explica.