“Hemos comprobado que muchas personas sufren patologías del pie porque existe un trastorno emocional que ocasiona alteraciones en la postura y el movimiento y eso, a su vez, se refleja en los pies, que deben compensar los desequilibrios y la falta de energía provocada por esos cambios”, advierte Fernando Ares, presidente de la Asociación Europea de Podología Integrativa (AEPI). En situaciones de estrés las personas elevan el abdomen, inflan el tórax y comprimen el estómago.
Al final de todo el proceso, es el pie el que, como sistema de soporte, pierde capacidad de adaptación a esa nueva situación y genera una fuerte retracción de la musculatura postural para intentar estabilizar la carga corporal, con el consiguiente cansancio de piernas y dolor de pies. Además, se contrae la musculatura, “lo que implica menos capacidad de gasto energético, disminución de oxígeno y de ciertos nutrientes y sensación de fatiga”, indica. La consecuencia es, en la mayoría de ocasiones, dolor e inflamación e incluso, con el tiempo, cambios morfológicos o roturas fibrilares. Poder frenar la inflamación con medicamentos que modulen la respuesta inflamatoria de manera natural “es clave en la curación”, señala el experto. FV