"Los niños con problemas visuales no detectados pueden sufrir un bajo rendimiento escolar e incluso demostrar pocas habilidades deportivas o manuales. Sin embargo, el 52% de los padres desconocen que los problemas de aprendizaje pueden deberse a sus dificultades visuales”, asegura Laura Yñigo, portavoz del Instituto Varilux.
En ocasiones, los chequeos rápidos en los centros escolares resultan útiles, pero no se deben sustituir por un análisis visual completo. Además, se aconseja que los padres y los profesores observen la actitud de los niños ya que, los casos más frecuentes, como los defectos de refracción (necesidad de llevar gafas) o estrabismo (tuerce uno o los dos ojos), se pueden reconocer por sus síntomas o señales más habituales, como torcer la cabeza para prestar la atención en algo o acercarse demasiado al papel. FV