“Vivimos en una sociedad dinámica donde la población demanda fuentes de información creíbles y de fácil acceso, que proporcionen un contenido riguroso y contrastado”, asegura Neira. Y añade: “De esta forma, el conocimiento de la población en materia de salud será mayor y a partir de ahí, se podrá ejercer mayor presión sobre las instancias políticas con el fin de provocar cambios en las políticas de salud y, en consecuencia, en nuestros estilos de vida”.
En este sentido, la aparición de internet ha contribuido a que la población general tenga acceso a más información, aunque en ocasiones suponga enfrentarse a demasiadas fuentes, lo que implica un trabajo adicional para la persona, que debe filtrar y seleccionar dicha información.
Aun así, “el acceso abierto, transparente y global a la información sigue constituyendo uno de los principales desafíos en materia de salud. Asimismo, trabajar más cerca de los jóvenes es otro de los retos en esta materia, porque es este colectivo el que mayor uso realiza de internet y también, porque ellos pueden convertirse en los difusores de la información veraz y contrastada”, expone la doctora.
“La formación en salud debe empezar en los hogares, en las escuelas, en general, en el ambiente en el que vivimos, ya que los hábitos que se adquieren de niño y adolescente son los que se suelen mantener en la edad adulta”, comenta Neira. Por ello, es necesaria una mayor inversión en educación y formación para que la población sepa identificar cuáles son los factores de riesgo y cuáles son los hábitos de vida saludables que se deben adoptar y transmitir.
En conclusión, un buen acceso a información en salud contribuye a luchar contra uno de los grandes problemas de salud en Europa: las enfermedades no transmisibles, como son las patologías cardiovasculares o la diabetes. FV
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