Estudios geriátricos apuntan que uno de cada tres mayores sufre una caída al menos una vez al año. La mitad de estos percances se producen en un mismo nivel y por tropiezo, como afirma el informe de Detección de Accidentes Domésticos y de Ocio (DADO) del Instituto Nacional de Consumo. Además, un 58% de los accidentes ocurren en el propio hogar, especialmente en la cocina (24%), en el dormitorio (13%) y en el cuarto de baño (5%).
Muchas personas mayores tienen miedo, ansiedad, pérdida de confianza y la alteración de la percepción de la capacidad de caminar de forma segura. El "miedo a caer" es, además, algo que la mayoría de mayores sufre en silencio y que puede afectar a sus capacidades físicas. Los médicos aseguran que el mayor que cree que va a caerse puede dejar de caminar con normalidad, hacerlo menos o incluso dejar de moverse y convertirse en una persona totalmente dependiente.
Según Ricardo Moragas, especialista en gerontología y asesor de I+D en Simon Senior, compañía especializada en equipar el hogar de los mayores, “para una persona mayor reconocer que se ha caído representa admitir una pérdida de la autonomía. Al no conocerse ni paliarse el problema, las caídas se pueden repetir y tener consecuencias graves como fractura de cadera o traumatismo craneal.”
El miedo a la caída se puede superar aumentando la seguridad en el hogar. Muchos de los accidentes serían evitables si las casas estuvieran adaptadas a las necesidades de las personas mayores, ya que los principales factores de riesgo son la mala iluminación, la presencia de alfombras o cables en el suelo, los muebles con ruedas o los asientos sin reposabrazos. FV
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