En la actualidad, el hábito tabáquico es el responsable del 30% de todas las muertes por cáncer, es decir, de un total de 1,8 millones de fallecimientos al año, según datos de la Organización Mundial de la Salud. La tasa de mortalidad entre fumadores de 35 a 69 años es tres veces más elevada que entre los no fumadores, ya que está directamente relacionado con patología cardiovascular (infartos de miocardios, ictus…).
Sin embargo, nunca es tarde para dejar de fumar, y si se abandona el hábito, el incremento en el riesgo de cáncer inducido por fumar disminuye, independientemente de la edad a la que se abandone. Por esta razón, los especialistas insisten en la importancia de reducir o eliminar este hábito lo antes posible, puesto que el beneficio aumenta cuanto más tiempo pasa desde el último cigarrillo. La ventaja es evidente en el plazo de 5 años y es más marcada con el paso del tiempo, tendiéndose a igualar este riesgo al de los no fumadores a los 10-15 años.
Según el doctor Solano, “la epidemia del tabaquismo es totalmente prevenible, pero menos del 10 por ciento de la población mundial vive en países que protegen a la población de esta enfermedad”.
En la actualidad hay seis políticas adecuadas para poner freno a la epidemia: vigilar el consumo de tabaco y las políticas de prevención; proteger a la población de la exposición al humo de tabaco; ofrecer ayuda para poder dejar de consumir tabaco; advertir de los peligros del tabaco; hacer cumplir las prohibiciones sobre publicidad, promoción y patrocinio, y elevar los impuestos al tabaco. FV
{jcomments on}