Un gesto serio por la preocupación, una cara no usual por la situación o hasta una mirada triste por saber la verdad, genera confusión. La persona de enfrente no entiende que vivas en una realidad distinta a la de él y ahí empiezan a brotar malas situaciones que hacen que todo lo generado anteriormente hasta el día de hoy haga que todo sea incomprensible. Pero, lo peor, es que no entienden que lo haces por ellos, por su familia y también por tu familia y todas las personas queridas. Todos somos personas y tenemos un motivo de ser como somos, pero así no.
La mejor mascarilla siempre ha sido quedarnos en casa, el mejor guante siempre fue cuidarnos, pero el mejor gesto siempre será entender a la otra persona en esta situación; no hacerle llegar al punto de que le broten las lágrimas por ayudar, y más aún en estas circunstancias que muchos no comprenden o no quieren vivir o ver.
Quién diga que no ha llorado puede que no lo esté viviendo de la misma manera. Quién diga que no se ha tocado la frente pensando que tiene fiebre, puede que no se preocupe o no haya tenido momentos de delirio o inseguridad o, simplemente, quién diga que no está sintiéndose incomprendido en estos momentos, puede que viva en una realidad que no vivimos muchos sanitarios. Sí, sanitarios, y ¡sanitarios que somos todos!, ayudando, preocupándonos y sufriendo. Todos, tanto médicos, enfermeras, técnicos, auxiliares, personal de emergencia y urgencia (conductores, asistentes...) y, como no, la farmacéutica y el farmacéutico, que lo están dando absolutamente todo y más. Qué mejor que ellos para poder explicar, opinar y dejar un consejo acerca de lo que estamos viviendo. Algo que pudo ser evitado o no, algo que se pudiera haber gestionado de una manera u otra o que, simplemente, podría haber enseñado por desgracia como somos las personas de verdad. Puede que ahora no se entienda, pero algún día alguien dirá: “ella o él estuvieron ahí”. Y así, de esta manera, ellos te lo cuentan