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Mantener la microbiota vaginal sana es más difícil a partir de los 50

Son muchos los factores físicos, biológicos y medioambientales que condicionan la menopausia, pero no todas las mujeres presentan los mismos síntomas, ni con la misma intensidad o durante el mismo tiempo.

Aumento de peso, cambio de humor, cansancio, insomnio, sofocos, sequedad vaginal… son los cambios más comunes, pero existen otros menos conocidos a los que no se les da la suficiente visibilidad. Por ejemplo, poco se habla que en esta etapa se multiplica la posibilidad de hacer frente a una (o varias) infecciones genitales, o que mantener el microbioma de la zona íntima en perfectas condiciones se convierte en una tarea ardua y difícil.

Con la significativa disminución de los niveles de estrógenos que trae consigo la menopausia, sucede que los tejidos que rodean la vagina pierden capacidad de conservar la humedad, la elasticidad y su grosor habitual; por ello, mantener la microbiota vaginal sana y equilibrada, libre de bacterias, es más necesario a partir de los 50.

Para proteger, los probióticos se convierten en uno de los principales aliados del sistema inmunológico. Ayudan a que el sistema inmune esté preparado en esta etapa de la vida ante cambios estacionales, virus y bacterias.

Woments, la marca de complementos alimenticios que proporciona una ayuda especial a las mujeres durante la etapa de la menopausia lanza Probiointim, un probiótico de última generación diseñado específicamente para la zona íntima.

Según la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia, 7 de cada 10 mujeres van a sufrir (al menos una vez en su vida) alteraciones en la zona vaginal. Y es que las mujeres son especialmente propensas a las infecciones vaginales debido a su morfología, entre otras cosas. Si a ello le sumamos la disminución drástica de los niveles de estrógenos, el riesgo de sufrir irritaciones en la zona e infecciones recurrentes en este periodo es alto.

La vagina es una mucosa que no está protegida por piel (salvo la parte externa) y las mucosas están mucho más expuestas y son más vulnerables a las infecciones, por eso es tan importante el ecosistema vaginal para que las condiciones no sean favorables al crecimiento de gérmenes exógenos.
Es decir, mantener la microbiota sana y en equilibrio, ayuda a disminuir el riesgo de sufrir todo tipo de infecciones en la zona íntima.

¿Qué es la microbiota?

Es el conjunto de microorganismos (bacterias, hongos, arqueas, virus y parásitos) que reside en nuestro cuerpo, instalándose como huéspedes en la piel, el aparato digestivo, incluida la boca, y el aparato genital. Estas bacterias colonizan nuestro organismo desde el vientre materno, pero fundamentalmente desde el momento del nacimiento, especialmente si éste es por vía vaginal.

La microbiota es un ecosistema heterogéneo que favorece el desarrollo y el mantenimiento de algunas actividades esenciales en el organismo: mejora la función intestinal, produce y almacena sustancia como la serotonina y la dopamina (responsables del estado de ánimo) y también se encarga del desarrollo y la maduración del sistema inmunitario. De esta forma, encontrar bacterias beneficiosas de manera mayoritaria en nuestro intestino, es un indicativo de buena salud.

La mejor manera de nutrir la flora vaginal y mantenerla en perfecto equilibrio, es consumir semanalmente alimentos de origen vegetal (incluyendo frutas, verduras, cereales integrales, legumbres, frutos secos y semillas), ricos en fibras. Gracias a la dieta puede aumentar el número de bacterias beneficiosas y reducir la inflamación que está detrás de la mayor parte de las infecciones urinarias y vaginales.

Pero cuando la alimentación no es suficiente, sobre todo en la etapa de la menopausia y perimenopausia, una ayuda externa se hace imprescindible.

Cistitis y otros asuntos internos

La cistitis es una de las afecciones más comunes. Es una infección común del tracto urinario que causa inflamación de la vejiga. Los síntomas más comunes son dolor, escozor o ardor al orinar, así como una sensación de 'vaciado incompleto', lo que básicamente significa que todavía se siente la necesidad de hacer pis, aunque se acabe de ir al baño.

Una de las ideas más extendidas en torno a la cistitis es que la puede causar el frío, pero no se ha demostrado que por sí solo cause infecciones de orina, pero sí algunos aspectos indirectos relacionados con el mismo, por ejemplo; usar ropa que favorezca la humedad en la zona genital, sobre todo poco transpirable. Además, no sentir tanto calor en invierno, hace que no bebamos suficientes líquidos, disminuya la hidratación y pueda proliferar el crecimiento bacteriano en el interior de la vejiga. Por otro lado, el frío puede causar una mayor sensibilidad de la musculatura de la vejiga (músculo detrusor), que provoca contracciones y sensación de necesidad de orinar, sin que este síntoma se deba a una infección en muchas ocasiones.

¿Y cuándo existe un exceso de sudoración?

Nuestro cuerpo tiene aproximadamente 4 millones de glándulas sudoríparas que pueden ser de dos tipos: las ecrinas son las responsables de la sudoración para regular la temperatura física y están repartidas por la superficie corporal, y las apocrinas son las glándulas encargadas del olor del sudor genital.

Cuando hay sudor vaginal excesivo, se conoce como hiperhidrosis genital. Esta afección suele tener un componente genético, aunque también se puede dar por estrés, ansiedad, desórdenes hormonales o emocionales y con los sofocos durante la etapa menopáusica. Esta hiperhidrosis en la zona genital puede favorecer la aparición de infecciones por bacterias o por hongos, que se propagan por la humedad. Además, el sudor en las zonas con vello crea un microambiente húmedo donde es más fácil la proliferación de microorganismos nocivos para la salud de la microbiota.
Si la sudoración es excesiva y afecta al desarrollo de la vida diaria, se recomienda ir al médico. Sin embargo, hay hábitos cotidianos que pueden aliviar las molestias:

  • Beber suficiente agua para que el cuerpo pueda regular mejor su temperatura.
  • Hacer ejercicio físico de manera habitual también contribuye al correcto funcionamiento del mecanismo de termorregulación corporal.
  • Practicar actividades relajantes para controlar las emociones.
  • Reducir el consumo de grasas saturadas para disminuir la expulsión de lípidos por las glándulas apocrinas.
  • Vestir con tejidos de fibras naturales (lino o algodón), que sean transpirables.
  • No usar ropa demasiado ajustada, para permitir la ventilación.
  • Cambiar de postura a menudo y no cruzar las piernas para evitar la sudoración de la zona V.
  • No usar salva-slips o compresas a diario puesto que, aunque eviten mojar la ropa, retienen la humedad. En caso de utilizar compresas para la incontinencia urinaria, preferiblemente que sean de tejidos naturales, como el algodón.
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