Con la llegada del invierno, muchas personas ponen la protección solar y el cuidado de la piel en un segundo plano, olvidando que siguen existiendo consecuencias por los rayos UV en los meses más fríos.
Durante esta época, son muchos los deportistas y también turistas los que optan por la montaña para practicar deportes como el esquí o snowboarding, o incluso pasar un día disfrutando de la nieve en las zonas montañosas de las ciudades. Sin embargo, antes de salir a la aventura invernal, se debe tomar en consideración que la nieve refleja un 80% de los rayos UV que impactan en ella, dirigiéndose directamente a la piel y a los ojos.
Incluso en los días más fríos y en ambientes con nieve, el sol y sus rayos UV siguen perjudicando la piel y dejando daños a largo plazo. Para prevenir los mismos, se debe recurrir a la protección adecuada contra el sol como evitar la exposición, utilizar ropa que logre cubrir la piel expuesta, sombreros y gafas de sol, esto sumado a la aplicación de protección solar de alto espectro (ultravioleta A/ ultravioleta B) y bloqueadores solares con aplicaciones frecuentes.
Durante los meses de frío, la prevención es vital, por ello el Dr. David Esteban, Oncólogo Radioterápico, Coordinador de GenesisCare Alcázar de San Juan y Líder del proyecto SkinViva (Piel) en GenesisCare España, así como Coordinador del Grupo de Tumores Cutáneos de la Sociedad Española de Oncología Radioterápica (SEOR), recuerda que es fundamental la constante exploración de la piel, ya que existen dos tipos principales de cáncer de piel y deben ser identificados cuanto antes. El cáncer de piel melanoma es aquel que produce pigmentos llamados melanocitos y suele afectar a partes del cuerpo que, a menudo, no están expuestas al sol y cuando sus células crecen aparece una marca en la piel de color marrón o negro.
“El cáncer de piel no melanoma se desarrolla entre las células de las capas superiores de la piel y suele aparecer con mayor frecuencia en lugares de la piel expuestos al sol”, explica el Dr. Esteban. Esta exposición puede provocar lesiones cutáneas pequeñas, ásperas, escamosas y de color marrón rojizo cuando se trata de un carcinoma CCE o en forma de lesión sobreelevada, rosada y perlada cuando se trata de carcinoma CCB.
El doctor hace hincapié en la importancia del diagnóstico precoz de la enfermedad, ya que puede ser prevenible y curable en un 90% de los casos no melanoma si se trata a tiempo[1]. Además de los consejos específicos para la protección solar, añade la importancia de mantenerse hidratado, abrigarse de forma adecuada para evitar quemaduras por las bajas temperaturas y alimentarse correctamente para que el cuerpo pueda mantener una temperatura adecuada en todo momento.