Esta cuestión queda resuelta con una interpretación amplia de la Ley 16/1997 del 25 de Abril de Regulación de los Servicios de las Oficinas de Farmacia. Esta ley establece en resumen que:
• Cualquier servicio que tenga por objeto la promoción de la salud y la prevención de la enfermedad, en el contexto de los programas de Atención Farmacéutica, es susceptible de ser desarrollada en una Oficina de Farmacia.
• La exigencia de remuneración de esos servicios es libre por parte del titular del establecimiento.
• La regularización de los servicios en Oficina de Farmacia tiene un carácter de mínimos y no excluye a otros servicios promovidos por los titulares de establecimientos farmacéuticos.
• Los servicios pueden ser ofrecidos tanto por el titular del establecimiento, como por personas bajo su dependencia y responsabilidad.
Aunque esta cuestión está ya superada, para las cada vez más numerosas farmacias y farmacéuticos que ofrecemos una cartera de servicios retribuidos a nuestros pacientes/clientes, aún sigue siendo motivo de debate para algunos compañeros. También es cierto que, si como casi todo indica se apuesta por este camino, será necesario definir más y mejor nuestras competencias en esta área.
La inquietud e incertidumbre que vive el sector debe propiciar que una de nuestras prioridades sea la búsqueda de nuevas alternativas de negocio, que sigan haciendo del farmacéutico un profesional de la salud de primer nivel, confiable e imprescindible para la sociedad, como lo hemos sido hasta ahora. Por ello, considero estéril y una pérdida de un precioso tiempo que no tenemos, seguir debatiendo la cuestión anterior.
Las nuevas cuestiones que se están planteando o se deben plantear son: ¿Qué servicios retribuidos podemos ofrecer? ¿Quién debe pagarlos?
Aunque el debate es intenso y comienzan ya a plantearse algunos proyectos pilotos interesantes, mucho me temo que este tema no se desarrollará a la velocidad adecuada o puede quedarse en un largo debate sin resultados tangibles. Si no nos planteamos llevarlo a la práctica nosotros mismos (los titulares de Oficina de Farmacia) de forma proactiva y desde nuestra iniciativa y riesgo particular, acelerando así la necesaria transformación de nuestra profesión.
Me considero una persona eminentemente práctica, que desde el análisis de información y la observación del entorno, evidencié hace años la necesidad de transformar mi Oficina de Farmacia. Transformarla para adaptarla a una nueva realidad que se intuía y que ahora es un hecho.
Esa transformación que inicié tenía como uno de sus pilares básicos, el interiorizar que como farmacéutico no sólo podía y debía seguir siendo el “Especialista del Medicamento”, sino sobre todo un “Profesional de la Salud”, que además de productos farmacéuticos (medicamentos y parafarmacia) podía ofrecer a la sociedad, servicios de alto valor basados en nuestros conocimientos sanitarios y dentro de nuestras competencias, que les ayudaran a mejorar su salud y calidad de vida por medio de la prevención y promoción de la salud. Siendo para este fin, la Oficina de Farmacia un espacio ideal, por la cercanía y confianza que transmite. Contribuyendo además a la sostenibilidad del estado del bienestar, ya que el modelo actual es claramente insostenible, porque entre otras cosas actúa sólo sobre la enfermedad, olvidando que si actuamos sobre la prevención atacamos parte del origen del problema, mejorando además con ello la calidad de vida de los ciudadanos.
Dicho y hecho. Fuimos la primera farmacia en España en adecuar un espacio (10 m2) exclusivo y destinado a ofrecer una amplia cartera de servicios para la prevención de la enfermedad y promoción de la salud, todos ellos por supuesto, retribuidos. Algo que tenía muy claro, es que no podía seguir ofreciendo más por lo mismo (margen de productos), o incluso por menos.
Esta cartera de servicios ha ido creciendo durante estos dos años de trabajo y a día de hoy se compone de 12 servicios activos y otros 7 en estudio que pronto se ofrecerán a nuestros pacientes/clientes. Servicios como: dietética y nutrición, test de intolerancia alimentarias, dermoconsulta, deshabituación tabáquica, prevención de la osteoporosis, evaluación del riesgo cardiovascular, cribados de cáncer colon-rectal, valoración de alteración prostática, entre otros, conforman una completa cartera de servicios que nuestros clientes valoran y pagan y que nos permite además una clara diferenciación.
Para poder ofrecer esta cartera de servicios de elevada calidad y valor a nuestros pacientes hemos seguido siempre una serie de procesos en el desarrollo de cada uno de ellos:
1. Conocer el grado de prevalencia de las patologías o problemas a prevenir o resolver, en el entorno de influencia de la Farmacia.
2. Desarrollar unos protocolos de trabajo muy bien estructurados y soportados en un elevado conocimiento.
3. Ampliar nuestra formación y competencias al prestar dichos servicios.
4. Estudiar el R.O.I. (Retorno de Inversión) de cada uno de ellos, para que fueran rentables individualmente, ya que es clave que sea una vía de nuevos ingresos y de diferenciación profesional. FV
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